martes, 11 de junio de 2019

Comrades Marathon 2019 Up-Run

"Welcome to the Club. Now you're a true COMRADE."




Haber participado en este evento significó experimentar una nueva sensación que hasta ahora no había vivido...

Similar al alivio que se siente al extraer una espina de nuestro cuerpo, pero potenciado ciento de veces...

En 2017 intenté ser finisher en esta histórica ultra-maratón, y significó el primer DNF (Did Not Finish) en mi currículum como corredor.

Tuve que esperar dos años (la carrera alterna el sentido en la cual se corre cada año) para quitar esa molestia de mi ser. La espera valió la pena, sin lugar a dudas.

Recordemos: son 90 km en calle, con +1800 m de desnivel vertical acumulado y 12 horas máximo para terminar. Desde la ciudad de Durban hasta la de Pietermaritzburg, en Sudáfrica. Hay cortes de tiempo intermedios. Si no se llega a ellos a la hora límite, el corredor queda fuera de carrera.

El miércoles 5 de junio comienzo el viaje a Durban, desde donde larga la edición Up-Run de Comrades.

Son 22 horas de viaje, entre traslados, escalas y vuelos. Muy cansador.

Llego el jueves, y me hospedo en el Onomo Hotel. A seis cuadras de la Expo en donde se hace la acreditación, y a unas quince de la largada. Excelente ubicación.

Casi no logré dormir durante el viaje, pero  aguanto hasta la noche, para intentar engañar rápidamente al jet-lag. Fracaso exitosamente. A las 3 de la mañana me desvelo durante unas dos horas. Me levanto a esos de las 10, desayuno, voy a la Expo y me acredito. Enorme, como siempre, y con muchos stands para recorrer.

El viernes salgo a correr unos 50 minutos por Durban.


Me encuentro con Pal, amigo de Noruega a quien conocí durante el Inca Trail.

A la noche nos encontramos para tomar algo y cenar. Allí conocí a Scott y su familia. Scott es de Escocia, pero ahora vive en Sudáfrica.



El jet-lag pega más fuerte, furioso. Me acuesto a medianoche, y sin embargo, a las 3 de la mañana me despierto y no logro conciliar más el sueño.

Sin las horas adecuadas de sueño, el rendimiento en carrera se ve muy perjudicado. Entonces tomo la decisión de quedarme todo el sábado en la habitación del hotel, durmiendo todo lo que el cuerpo me pida. En vez de luchar y forzar dormir cuando el cerebro no quiere, me relajo y me amigo con el jet-lag. Así descansé todo el sábado de a ratos, pero sumando muchas horas de sueño. No fue lo ideal, pero sí suficiente para encarar el domingo habiendo dormido un tiempo más que considerable.

A las 4:30 AM del domingo, salgo hacia la largada.

Este año parto del box D. Mucho más adelante que las otras dos veces, ya que mi tiempo de clasificación mejoró muchísimo.

Estando en el D, se escucha al locutor claramente, la música previa, la tradicional Shosholoza, Vangelis, el canto del gallo y por fin, a las 05:30, el disparo que marca el inicio de esta edición de Comrades.

Mi plan es sencillo. Con el entrenamiento que traigo, manteniendo un nivel de pulsaciones en el torno de 140 ppm, debería ser suficiente para terminar la carrera sin sobresaltos.

El plan de alimentación e hidratación, también sencillo. Cada hora debo haber ingerido:
- 600 ml de agua
- 54 g de Tailwind

Los 54 g de Tailwind me aportan:
- 200 kcal
- 606 mg de Sodio
- 176 mg de Potasio
- 50 g de Carbohidratos
- 52 mg de Calcio
- 29 mg de Magnesio
- 70 mg de Cafeína

Además, cada 2 horas tomo una gragea de sales y cada 4 horas una pastilla de Mosar (gracias Caspar por el tip!)

Cumplo el plan a la perfección. Y realmente funciona muy bien. Me siento fuerte y sin problemas gástricos durante toda la carrera.



Cada 2 kilómetros existen puestos de hidratación y reabastecimiento. Allí ofrecen agua, bebidas isotónicas y frutas. Luego de la mitad de la carrera, también hay papas hervidas y saladas.

Durante la noche, llovió. Ahora ya no, aunque el piso está mojado. La temperatura es de unos 13 °C. Sobre la remera me pongo una camiseta. También uso unas mangas incluidas en el kit de la carrera. 5 minutos antes del disparo, me deshago de la ropa extra de abrigo.

En el cinturón de hidratación llevo todo el Tailwind necesario. El agua la cargo en una caramañola de 300 ml que se fija en una de mis manos. Muy cómodo todo.

Esta vez tardo sólo 3 minutos en pasar por la línea de partida.

Muy bien la organización en general. Nada trivial, ya que somos unos 20.000 corredores listos para comenzar el desafío. Se siente la energía, no sólo de los corredores, sino de toda la gente que alienta.

Recién a los 4 minutos puedo comenzar a correr.

A lo largo de los 90 kilómetros hay gente continuamente gritando, dándonos ánimo sin parar. Una fiesta realmente.

Busco estabilizarme a un ritmo que mantenga las pulsaciones en torno a 140 ppm.

Durante las primeras dos horas consigo correr a un ritmo de 7 min/km (8,6 km/h). Teniendo en cuenta que el desnivel positivo acumulado es de 1800 m y que el mismo se concentra gran parte en los primeros 37 kilómetros, es un muy buen ritmo.

Tan bueno que hasta me entusiasmo pensando que podría terminar en menos de 10 horas. Claro que eso no fue posible.

Los cortes no me preocupan. Estoy más de una hora por debajo de los mismos. Qué diferente carrera estoy haciendo respecto a mis dos anteriores! Qué bien me siento!

Sigo con un buen paso, aunque las trepadas me impactan sobre la velocidad promedio que vengo teniendo.

A los 40 kilómetros me alcanza el bus de las 10:30 horas.

Bus: es el pacer (bus driver) que con una bandera marca el ritmo que llevará durante toda la carrera,  y toda la gente que corre junto a él. En este caso, significa que ese voluntario terminará la carrera en 10 horas y media. La gente que intenta terminar en ese tiempo va con él, y así se forma el bus. Un verdadero ómnibus de gente que con su conductor, van en bloque comiendo los metros de asfalto, a un ritmo constante y paso firme.

No intento seguirlo, ya que no tengo energías para mantener ese ritmo.

Tengo muy en claro que voy a terminar esta carrera. Sólo en el caso de que ocurra algún imprevisto (el cual siempre puede estar presente, y que nunca hay que subestimar) podría hacerme fallar el plan.

Entonces me coloco como objetivo terminarla en menos de 11 horas. Esto implica obtener la medalla de bronce.

Así continúo, muy concentrado, disfrutando los "Come on Argentina!", "Keep on going, Marcelo!", algún "Run Messi, run!". Llevo atuendo de Argentina, y en el dorsal aparece el nombre de los corredores.

Voy ahora a 8,2 km/h de promedio, con lo cual me aseguro terminar en menos de 11 horas.

Esta personalización del aliento, también ayuda mucho a recibir la energía de la gente. Interminable a lo largo de ambos flancos de las avenidas y autopistas por las que circulamos desde Durban, con el objetivo de llegar a Pietermaritzburg en menos de 12 horas.

A esta altura, en 2017 me sentía realmente muy mal. Al kilómetro 50 ya casi no podía correr. Ahora vengo súper entero. Qué placer pasar sintiéndome tan bien ahora, por estos lugares que recuerdo perfectamente de la vez anterior. Venciendo lo que me detuvo hace dos años. Qué gran sensación!

Así llego al kilómetro 52 y escucho gritos de la gente justo atrás mío. Es el bus de las 11 !!!



Muy diferente de lo ocurrido la primera vez que corrí este desafío. Aquella vez, el que me alcanzó fue el lapidario bus de las 12 (el cual si te pasa, significa que no llegarás a la meta antes de las 12 horas, y serás DNF).

Pero mi objetivo ahora es sub-11. Con lo cual no permito que el bus me pase.

Acelero un poco, y fácilmente lo dejo atrás. Pero no muy atrás...

Corro los próximos 10 kilómetros sintiendo esa presión. En los ascensos, se me acerca. En los descensos, tomo distancia.

Al kilómetro 62, siento otra vez los gritos en mi nuca, y me pasa...

Van 7 horas, y siento el rigor del esfuerzo. Mi velocidad promedio bajó en los últimos minutos a 8,1 km/h, suficiente para que el bus me alcance y supere.


Aquí decido algo que me implicaría un gran esfuerzo, pero que fue una de las mejores decisiones en toda la carrera. "Me subo al bus."

Acelero un poco, y me pongo al ritmo del colectivo de unas 30 personas y su conductor.

Al principio me cuesta mucho, mis pulsaciones se elevan a 148 ppm. Pero luego voy asimilando el paso y me estabilizo sin problemas, aunque bastante exigido.

Los pacers en general son voluntarios con Green Number (más de 10 Comrades terminados). Con mucha experiencia, y con una excelente estrategia de carrera.

Tienen muy en claro a qué ritmo hay que descender, y cómo manejar las caminatas durante las subidas. Su duración y la velocidad.

Así, me dejo llevar por el colectivo, y obtener ahora la energía de los gritos de la gente al bus, y ya no hacia mí. Dentro del grupo pierdo mi identificación individual, pero gano la inercia de correr en equipo. Excelente.



Con esta decisión, los kilómetros finales se me hacen más amenos, y logro mantener una buena velocidad promedio que me va a permitir terminar la carrera en menos de 11 horas. Incluso en este tramo final, supero a Pal, mi amigo de Noruega, ganador del Inca Trail hace dos años.

Y así como Durban recibió mis lágrimas en 2016, en esta ocasión no puedo (ni quiero) contenerlas. Caen sin parar durante los últimos cientos de metros hasta cruzar la meta en 10 horas y 46 minutos.


La última línea que escribí  hace dos años, en la crónica de aquella carrera, dice:

"... Y Comrades Up-Run 2019, tomaré revancha y te venceré..."  

Y así fue... Amén.










4 comentarios:

  1. Realmente FANTÁSTICO!!!!
    Voluntad y organismo de hierro!!!
    FELICITACIONES por tu bravura y por tu medalla de bronce.

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    1. Muchas gracias! Celebro que estas crónicas sirvan de motivación para quienes las lean!

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  2. Muy bueno Tordo!! Ya veremos si clasifico. Si no es 2020 será 2021

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