Tercera semana de carga en el plan de entrenamiento para el
UTMB.
Necesito un evento interesante para el fin de semana del 10/MAY.
Surge el Raid de los Andes como lo más atractivo. Anotado!
Viajamos con Caro, mi esposa, en avión a Salta.
Llegamos el jueves 8 de mayo. Hotel y check-out el sábado 10. Alquiler de auto y a recorrer Salta!
La acreditación se hace en un Teatro Céntrico. Aquí ocurre
el primer y único inconveniente, desde mi punto de vista, con la organización.
Retiro de chip, primera piel y micro polar, sin problemas.
Pero en el stand de retiro de remera, una cola que tiró por la borda lo fluido
que había sido todo hasta ese momento.
Resulta que se quedaron sin talles. Sumado a eso, la
absoluta falta de empatía y orientación al corredor de la persona, mujer, de
Club de Corredores que atendía el stand.
Mi inscripción fue a comienzos de febrero. Tiempo de sobra
para que mi caso fuese bien tratado. Seleccioné los talles de todos los
elementos. L para la remera, y ofrecían personalizarla con una inscripción:
“Tordo” solicité y procedí a efectuar la transferencia.
“No quedaron talles L, tenés que elegir entre XL o M”
Discusión de 5 minutos, en donde intenté mostrarle el error
e incluso comentarles que TMX en casos similares, te toman los datos y envían
el talle correcto a tu domicilio.
Entre los que se probaban los talles, y la impresión de la leyenda
en la remera, la cola crecía y crecía. No acepté que me personalizaran el talle
XL que terminé llevando, y me fui pensando en lo que le había dicho a la chica:
“Ustedes, Club de Corredores no aprenden más…”
Pero pese a ese primer traspié, todo lo que continuaría
sería absolutamente digno de destacar.
Comenzando con los elementos del kit: la primera piel, la
remera y el micro polar de Columbia, más que excelentes. El kit, con su vaso
térmico y medias SOX. La mejor calidad de ítems entregados en todas las
carreras que participé hasta ahora.
DÍA 1
Tren a las Nubes. Desde Estación Chorrilos hasta Campo
Quijano
Desayunamos y partimos con Caro a la largada. Una hora de
viaje hasta la Estación. Esta etapa, de 25 km parece fácil, ya que sólo tiene
desnivel negativo. Vamos corriendo por la traza del Tren a las Nubes. En muchos
lugares por los durmientes y en otros por senderos a los costados.
Pasamos por túneles del tren, y uno en particular en donde
en el sector medio no llegaba luz alguna. Correr con la absoluta falta de
visibilidad es una experiencia interesante.
Atravesamos innumerables puentes del tren, y uno en
particular, el Viaducto de la Quebrada del Toro, de unos cientos de metros de
longitud. Impagable.
Tagle en persona presente; siempre lo cruzábamos en partes
del trayecto. Muy atento al desarrollo correcto de toda la carrera. Rescatistas
y personal de soporte en todos los puntos críticos de la carrera.
En un momento, nos salimos de las vías y entramos en el lecho casi seco del Río Toro. Muy difícil mantener un buen ritmo por el terreno flojo y muy pedregoso.
En un momento pisé mal y caí pesadamente sobre las rocas. Me
lastimé las manos y brazo derecho. Y un golpe fuerte en la rodilla del mismo
lado que me obligó a caminar los próximos 100 metros. Los que vieron mi caída y
un corredor que escuchó (iba adelante) preguntaban si estaba bien. Ante mi
afirmación, seguían.
Ya recuperado entré en ritmo otra vez. Hubo un par de
encuentros con el agua, en donde era inevitable sumegir ambos piés y piernas
completamente.
Ya fuera del cauce, un ascenso corto, pero muy pronunciado,
produjo otra serie de agresiones sobre la piel. En un punto era necesario subir
utilizando las cuatro extremidades, y al pasar debajo de un arbusto espinozo,
éste lastimo mi hombro y brazo con heridas sangrantes y dolorosas.
Llegada en 2 horas 53 minutos. Muy contento por lo realizado
en la etapa. Pese a los pequeños percances relatados, disfruté infinitamente,
siempre regulando el ritmo y quedando 186 de 436 corredores individuales.
En la llegada, revisaban los elementos obligatorios. Desde
mi punto de vista, exigir 4 capas obligatorias es demasiado: pechera, primera
piel, micro polar y campera eran obligatorios. A muchos les faltaba llevar una
capa. No me queda claro si los penalizaron o no.
DÍA 2
Desde Tumbaya hasta Purmamarca, Jujuy.
Salida enfrente de la Iglesia (monumento Histórico Nacional), construida en 1796. Mientras entramos en calor, llegan los peregrinos de localidades vecinas a honrar a la Virgen de Copacabana. Es llamativo el contraste entre los corredores, y los pobladores que van llenando la iglesia y sus alrededores, continuando con su rutina, y ensimismados como si no pasara nada.
El paisaje de la Quebrada de Humahuaca es increíble, por su
belleza y colorido de los cerros. Es un placer correr por aquí. Mantengo un
ritmo constante entre 85 y 90 % fcm, el cual me permite correr disfrutando
plenamente la carrera.
Este tramo tiene un ascenso de 400 metros, desde Tumbaya a
2000 msnm, luego se baja a 2200 y luego se sube hasta 2800, para luego
descender hasta Purmamarca.
Pero los ascensos son suaves, cubriendo los 21 km de esta
etapa. El segundo, pese a la poca pendiente, es difícil hacerlo sin caminar, ya
que por la altura, enseguida se elevan las pulsaciones.
Termino en 3 horas 20, mucho mejor que lo estimado. Le puse mucho ritmo a la bajada final, pasando a muchos corredores que venían deshidratados, esguinzados o con mal de altura.
Aquí nos hospedamos en un hotel en Purmamarca. Caro llega en el auto.
DÍA 3
Circuito de 10 km en Salinas Grandes, Jujuy.
Desde Purmamarca, 65 km por ruta 52, se llega a este lugar
totalmente fuera de lo común. Son 12.000 hectáreas de un desierto de sal. El
origen se remonta entre 5 y 10 millones de años atrás. La cuenca de este salar
se cubrió de aguas con gran cantidad de sales provenientes de la actividad
volcánica. La evaporación paulatina de tales aguas saladas continentales dio
origen al salar que posee una costra cuyo espesor promedio es de 30 cm.
La dificultad de correr a estas alturas es notoria. Quien gana
la etapa lo hace en alrededor de 40 minutos. Yo lo hago en 1 hora 11 minutos.
Hubo casos de corredores descompensados y con necesidad de oxígeno, pero toda
la asistencia médica estaba correctamente organizada. Mi estrategia fue
mantener un ritmo cardíaco constante, en zona 2 media, alrededor de las 155 ppm, y así pude correr
los 10 km sin parar a caminar. Fui pasando a muchos corredores que intercalaban
segundos de correr con caminar. Incluso en los últimos 200 metros puede hacer un
sprint final para cerrar con broche de oro esta experiencia alucinante que fue
el Raid de los Andes.
Medalla de FINISHER, con nombre tallado en el reverso.
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