sábado, 28 de mayo de 2022

24 Horas Termas de Río Hondo

Correr durante 24 horas seguidas implica un gran desafío, físico y mental.

Para los que nos gustan las grandes distancias, la parte física pasa a segunda prioridad. Nuestro cuerpo tiene memoria, y a medida que uno va acumulando estas locas experiencias, cada vez cuestan menos.

La parte mental juega un rol fundamental. Para ello, tener el objetivo claro es sumamente importante, desde mi punto de vista.

En mi caso, el objetivo es hacer 180 km o más, y tener la chapa para clasificar al Spartathlon.

Así, hace un año y medio, decidí cambiar de entrenador, buscando especializarme más en carreras de 24 horas en pista.

El entrenamiento fue duro. Mucho volumen y casi todo por sensaciones. Algo por ritmo, y nada por frecuencia cardíaca.

Así llego a estar en la línea de partida de esta edición de la Ultramaratón Internacional de Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero.

Emprendemos la aventura con Caro, Celi y Nico. Mis amores, que me ayudaron muchísimo durante el evento, como relataré a continuación.

Me siento entusiasmado, aunque noté que en estos meses de entrenamiento con mucho volumen, he perdido velocidad.

Clasificar para el Sparta implica tener gran resistencia y correr a mucha velocidad relativa...

La carrera larga a las 09:00 hs del sábado y termina a la misma hora el domingo. Se van contando los kilómetros que uno recorre, y gana quien más distancia haya acumulado.

El circuito es en el autódromo de Termas, y para la carrera se ha trazado un recorrido certificado de 1,5 km.

La organización se lleva un 10 en la buena onda y predisposición para ayudar todo el tiempo. Realmente impecable este punto. Felicitaciones a Fede y a todo el equipo que hicieron de éste un evento súper amigable, pese a lo duro de la prueba.

La estrategia de carrera fue la siguiente:

- 2 horas correr

- 10 minutos caminar + 1 hora 50 minutos correr (2 series)

- 8 minutos caminar + 52 minutos correr (4 series)

- 4 minutos caminar + 26 minutos correr (4 series)

- 2 minutos caminar + 13 minutos correr (48 series)

A las 9 de la mañana en punto, largamos. Voy a un trote tranquilo y recorro 16,5 km durante las primeras 2 horas sin parar. Temperatura ideal, unos 15 °C.

No tengo ganas de parar a caminar. ¡Me siento muy bien! Sin embargo, respeto el plan y camino los próximos 10 minutos.

Estoy corriendo con los mejores ultramaratonistas de Argentina. Más de 10 inscriptos han terminado el Spartathlon. Esto es muy motivante. Hasta me doy el lujo, más adelante en la carrera, de pasar a varios (cuando van caminando, ¡obviamente!).

Comienzo la primera serie de 1 hora 50 minutos sin parar. Me siento bien. Voy cumpliendo perfectamente el plan de hidratación.

Para esta carrera he preparado 24 botellas de 600 ml de agua con hidrogel Sport Fuel 320 de Nutremax .

Este polvo, que conocí gracias a Fede, aporta 80 g de carbohidratos y 320 kcal por botella, además de electrolitos, sales y minerales. Excelente opción que estoy utilizando ahora, en reemplazo del Tailwind.

Termino entonces la cuarta hora con 32,5 km adentro. Esto implica haber corrido a más de 8 km/h, generando un buen colchón para el objetivo. Estoy muy contento.

Llegan Caro y los chicos. ¡Qué felicidad! Me asisten, preparando la bebida en cada vuelta y con algún recambio de ropa.

Pero la temperatura comienza a hacerse notar. Entre las 5 y las 8 horas de carrera hay unos 28 °C. Por suerte tengo la asistencia de Caro, Celi y Nico, que consiguieron hielo y preparan bebidas frías que espero ansioso al completar cada vuelta.

Además Celi en cada vuelta me entrega un buff mojado con agua helada que coloco en la cabeza y apacigua el sofocamiento. Llevo en mano izquierda un soft flask Hydrapak, de 350 ml, recomendado por Rodri. Bebo una botella de estas, con agua y nutrientes por vuelta.

Nico me ayuda con protector solar en todo el cuerpo.

Hasta ese momento, el promedio por vuelta ha sido de 11 minutos. A partir del mediodía, este promedio comienza a crecer en forma alarmante para mi objetivo. Vuelta a vuelta voy perdiendo el colchón.

Lograr hacer 180 km implica dar cada vuelta en menos de 12 minutos.

Entre la hora 4 y la 6 de carrera, el promedio se dispara a 13 minutos por vuelta.

Termino la sexta hora a un promedio de 7,75 km/h. Todavía dentro del objetivo, pero exhausto y consumido por el calor.

"No estoy disfrutando esto", les digo a Caro y a los chicos.

Ya no puedo dar vueltas a 12 minutos, con lo cual, el objetivo irremediablemente no podrá ser esta vez tampoco.

Es terrible pensar que faltan aún 18 horas de carrera, y ya no lograré cumplir con el objetivo.

Acá es donde la cabeza juega un papel preponderante. 

Va cayendo el sol, y aparecen otros seres dispuestos a mantener nuestro cerebro en alerta y evitar el disfrute. El autódromo está muy cerca del Embalse de Río Hondo. Aparecen mosquitos hambrientos que no dudan en abalanzarse, aunque estemos en movimiento. Al pasar por boxes, Caro me echa Off en todo el cuerpo.

A las 6 de la tarde, Caro y los chicos se vuelven al pueblo. ¡Qué ganas de irme con ellos! Resisto la tentación, y me quedo girando, totalmente desmotivado.

La organización pone buena música, y Rody, el locutor que no para de hablar y alentar a todos, mitigan en parte, mi sensación de desolación profunda.

Entablar charlas con los colegas corrredores es difícil. Para hacerlo uno de los dos debe alterar su velocidad. Todos tenemos ritmos y estrategias de carrera diferentes. Aunque en alguna de las vueltas logro conversar con Héctor, con Oscar y con el Yaca. Me hubiese gustado hablar un poco también con el Colo, con Bugge o con Petracci.

"No volveré a correr 24 Horas en pista y tacharé al Sparta de mi lista", pienso mientras lentamente sigo desandando los centímetros, metros y kilómetros en este autódromo de Santiago del Estero.

Ya entrada la noche, mi familia regresa a acompañarme, y su sola presencia eleva mi espíritu.

Al desaparecer el sol, la temperatura desciende bruscamente. Pasan las horas y alcanza los 4 °C. Ahora tengo mucho frío. Me quito la musculosa y coloco una primera piel de manga larga y sobre ella una remera seca.

A las 12 horas de carrera, llevo en mis pies 81 km. Siento una pequeña molestia en el cuádriceps derecho. Ya lejos del objetivo, llego a los boxes y entro en el que hacen masajes. Creo que es la primera vez que me hago masajes durante una carrera. Buena cantidad de camillas y de masajistas. No hay fila. 

-¿Dónde te duele? -pregunta el masajista.

-Los cuádriceps -respondo mientras me arremango las calzas.

-Boca abajo -me indica, señalando la camilla.

"Qué raro", pienso. "Será que quiere aflojarme los isquio antes de pasar adelante..."

Viene un segundo masajista y entre los dos me aflojan los isquios. Pasan 10 minutos.

-Listo, ya podés seguir -me comunica.

-Muchas gracias, pero ¿me hacés un poco ahora acá adelante?

Me mira desconcertado, y no sé si se habrá dado cuenta del error o no, pero continuó de buena manera unos 5 minutos más. Al terminar, le agradezco y continúo la batalla. Algo ayudó esa reactivación, pero no hay como los masajes de Javier, mi masajista de cabecera.

Una media luna inmensa hace su aparición en el horizonte. Una de las fotos imborrables que nos regala la naturaleza y que en el medio de esta noche destemplada, nos calienta por un rato el alma.

Nuestro satélite natural sigue su trayectoria ascendente, disminuye su tamaño, y otra vez aparece la sensación de tener mucho frío. Agrego una tercera piel y guantes. Ya no tengo fuerzas para correr. Camino una vuelta entera.

A la 1 de la mañana paso la barrera de los 100 km. Mi pie izquierdo acusa un dolor en el empeine. Nada grave. Sigo sintiendo mucho frío. Me coloco una cuarta piel. Buff en cuello y boca, y otro buff seco en la cabeza. Caminando no logro entrar en calor. Debo correr. Lo hago. Recién ahí se estabiliza un poco mi temperatura corporal.

Son las 3 de la mañana. El locutor ya no está. La música me aturde. Siento mucho sueño. Intento seguir, pero veo que pierdo el equilibrio fácilmente. "¡Micro-sueño!", pienso.

En el Tor me hice experto en micro-sueños. Entro a un box, cuya temperatura es algo más elevada que en la pista. Me siento en el piso, y apoyo la espalda contra la pared. Cierro los ojos y duermo unos 15 minutos. Sirve para despejarme un poco; aunque a las dos horas deberé repetir el procedimiento.

De la comida que brinda la organización, hasta ahora solo comí bananas. Ahora tengo hambre. Me acerco a la mesa y hay sandwiches de jamón y queso en galletitas de agua. Tomo dos y me los voy comiendo mientras sigo en la pista.

Mi ritmo al correr es tremendamente lento. Hay ocasiones en donde me intenta pasar alguien caminando. Mi amor propio no permite que esto ocurra, y cada vez que se plantea dicha situación, aumento mi ritmo por algunos minutos, de manera de evitar ser superado por un caminante. 

El cerebro lo comanda todo. "No vas a abandonar, pero para qué arriesgar una lesión yendo más rápido, si el objetivo ya no se cumple? Vos seguí, a un paso de tortuga, pero hay que seguir."

Me doy cuenta de que varios de los corredores que durante el día no paraban de pasarme y sacarme vueltas, ya no están en pista. Me viene a la mente la fábula de la liebre y la tortuga. Y efectivamente, en la clasificación final quedaría arriba de varios de ellos. Un detalle insignificante, pero dato al fin que creo, vale la pena destacar.

Y así pasan las horas, hasta que los primeros rayos de sol comienzan a eliminar la oscuridad del circuito.

Son las 7 de la mañana. Faltan solo dos horas para completar el desafío. Llevo hechos 126 km.

¡Llegan Caro y los chicos otra vez! ¡Qué alegría! Como por arte de magia, toda la pesadumbre acumulada hasta ahora, desaparece. ¡Falta tan poco! ¡Tengo a mi familia conmigo! Logré superar las ganas de abandonar y acá estoy, ¡muy cerca de la meta!

El promedio por vuelta en los últimos 20 giros estuvo cerca de los 20 minutos. A partir de ahora comienzan vueltas más rápidas: 18 minutos, 16 minutos, 15 minutos, 13 minutos, anteúltima vuelta en 12 minutos y la vuelta final en 11 minutos! El cerebro comanda todo...

El reloj marca las 9 de la mañana del domingo. Medalla de finisher, abrazo interminable con Caro, Celi y Nico.

Pensamientos finales

- Impecable la organización. Felicitaciones a todos los responsables, en particular a Fede y al locutor, que dio literalmente su voz para animar el evento.

- No puedo dejar de listar algunos puntos de mejora que detecté: 

  • La fila para la acreditación el viernes. Demasiado tiempo llevó este proceso.
  • Durante las últimas horas de carrera, la comida fue escasa.
  • La pantalla cada vez que completábamos una vuelta, espectacular. La aplicación usada para ir mostrando el paso del corredor y su posición, con gran oportunidad de mejora. La mayoría de las veces, no me quedaba claro si mi chip había sido leído, y la información en la pantalla casi nunca mostraba los datos del corredor que acababa de pasar.

- Un balance sumamente positivo. La posibilidad de reencontrarse con amigos y volver a vivir una jornada de ultradistancia, con los mejores de Argentina, no tiene precio.

- Haber terminado 35° de 71 en la general, y 4° de 10 en mi categoría, no está nada mal.

- Clasificar arriba de monstruos de este deporte y spartatletas, eleva mi auto-estima. En especial por haber continuado cuando la tentación por parar era insoportable.

- El objetivo mayor no se cumplió. Sin embargo, este año y medio de entrenamiento ultra me ha dejado una parva de enseñanzas. Muchas gracias, ¡Nico! He mejorado la técnica en distancias largas. Mi cuerpo se acostumbró más a fondos de más de 3 horas, sin lesiones y terminando entero (un fin de semana hice 10 horas corriendo, uno de los días yendo desde Pilar hasta la Avenida San Juan en CABA y de allí hasta Palermo). Ensayé una forma diferente de entrenar, casi sin mirar el reloj y todo por sensaciones.

- Ya fuera de la calentura de la carrera, el Sparta sigue en pie. Aunque debo primero acomodar varios asuntos pendientes, antes de continuar con esta ¡hermosa locura!

17 comentarios:

  1. Grande Tordo!!! grazie di tutto!mi mancherai questo anno!!

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    1. Aparece anónimo, pero no puede ser otro que mi amigo Giova! Yo también los extrañaré este año! Abrazoooooo!!

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  2. Hola Marcelo, correr 24hs pone a prueba todo en vos, entrenamiento físico, comida, y lo mental es fundamental.
    Te felicito por pararte en la línea de largada y no bajar los brazos, no importa hoy los kilómetros, si que te quedaste en el circuito y le distes batalla a tus fantasmas. TE FELICITO POR ESO. El camino a los pies del Rey Leonidas es muy largo y difícil, pero vale la pena intentarlo, te lo dice alguien que logro estar en la línea de largada pero no pude finalizarla. Y a punto de cumplir 60 años sigo buscando mi revancha. ABRAZOOOO

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    1. Qué bueno haber estado en esa línea de largada mítica. A seguir remando por esos sueños!

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  3. Marcelo muy linda reseña y que bueno no bajarse ante semejantes obstáculos.
    Terrible carreron mandastes y sin lesiones lo más importante.
    Felicitaciones!!!!

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  4. Muchas gracias, Franco! Muy gratificante tu comentario!

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  5. Grandioso Marce!!! No cabe en mi imaginación semejante esfuerzo... notable lo tuyo. Un GRANDE, sin dudas. Y para vos, el Sparta está ahí, a la vuelta de la esquina. Lo vas a conseguir.

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    1. Muchas gracias! Vamos a trabajar (y a disfrutar) para ello! Abrazo!

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  6. Felucidades! Eres un aurentico CRA K

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  7. Que admiración!!!
    Es impresionante tu dedicación en el deporte y la habilidad para transmitir la experiencia al relatarla.
    Vamos por ese Sparta!!!

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  8. SOS TAN GROSO!!! Un ejemplo de trabajo, constancia y objetivos a cumplir!!! SEGURO LOS VAS A HACER

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  9. Soy deportista y correr era parte del entrenamiento. En aquella epoca la pretemporada consistia en "hacer fondo".
    En los últimos años veia la gente correr y me costaba entender el deporte de correr distancias pero tus blogs me parecen muy ilustradores. transmitis detalles, sensaciones. tus vivencias y estrategias.
    Ahora creo entenderlo un poco mas.... pero disfruto mas de leerlo :-)

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    1. Qué bueno lo que compartís. Ahora espero también lograr transmitir esa motivación a través del canal @tordo_xtrim en youtube. Abrazo!

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