domingo, 23 de octubre de 2016

Jungle Marathon 2016

"Jungle Marathon is the World's Toughest Endurance Race..." CNN

"Es medianoche. La tarántula, del tamaño de un plato, avanza majestuosa por encima de la mochila de Geoff. A dos metros, pasa otra. La jungla nos ensordece con sus infinitos sonidos. Logro finalmente colgar la hamaca entre dos árboles, y con más de 30 °C y 95% de humedad, salto adentro, cierro el mosquitero, e instantánamente mi conciencia se apaga..."



Profilaxis previa
Viernes 9 de septiembre tengo un turno en Stamboulian. Necesito asegurar la profilaxis previa a la carrera. Los riesgos de infecciones y contagios de enfermedades son muy altos.

Salgo de la consulta con recetas varias:
   - Vacuna antirrábica
   - Vacuna contra fiebre amarilla (ya la tengo de antes)
   - Vacuna contra hepatitis A
   - Vacuna contra fiebre tifoidea
   - Vacuna contra tétanos (ya la tengo de antes)

- Medicación contra malaria. Hay que tener cuidado con esto, ya que puede provocar trastornos digestivos y neurológicos. En un viaje a Chile consigo Malarone, que es el que mejor tolerancia tiene de todos los indicados. Se toma una pastilla un día antes de ingresar en la zona afectada, luego uno por día, y se continúa así durante una semana posterior a dejar la zona.

- Y por último, una dosis de dos pastillas de Ivermectina un día antes de ingresar a la zona. Esto previene proliferación de parásitos dentro del cuerpo.
 
- Adicionalmente me entregan una orden para hacer un preparado a base de Permetrina. Con esto se rocía la ropa, y la hamaca/mosquitero unos días antes y esto ayuda a mantener insectos lejos, evitando picaduras. Especialmente útil para mosquitos y garrapatas.



5 de octubre
Comienza la aventura. Tomo vuelo a Manaos, escala en Río. Como luego de la carrera tengo que ir a Portugal a reuniones de trabajo, llevo conmigo la ropa formal y la computadora. Dejo una valija grande con todo esto en el hotel, para recojerlo a la vuelta.
Ya se comienza a sentir el calor: 35°C.

6 de octubre
A Santarem, y del aeropuerto, taxi a Alter do Chao. Pueblito a orillas del río Tapajos, uno de los afluentes más caudalosos del Amazonas. Ya las vistas del río y de las playas son magníficas!

De este lugar sale un barco que nos llevará por unas 10 horas de navegación, jungla adentro, al punto de partida de la competencia.

Mientras espero que se haga la hora, entro a uno de los restaurantes que están sobre la plaza de Alter do Chao, con vistas al río. Me sirven el mejor pescado a las brasas, con limón, que comí en años! Un tambaquí, con huesos que parecen ribs de corderito, grasoso y delicioso!



A eso de las 20:45 veo pasar a tres corredores que se dirigen al barco. Me sumo a ellos. Son tres rusos, Alex, Maxim y María. Esta última recibiría 40 picaduras de abejas en la cabeza, hombros y espalda durante la etapa 5 de la carrera. Sin embargo, no abandonó.

Entramos al barco, ya casi no hay lugar para colgar la hamaca! Subo al segundo piso y allí encuentro un espacio. Dejo armada la hamaca, y recorro el barco, el cual tiene tres pisos. Conozco a Geoff, neocelandés y a Emmanuel, de Dinamarca. Con él y Mike, de USA, compartiríamos la habitación del hotel, la última noche, luego de la fiesta de despedida. En aquel momento, mientras se daba la ducha, Emmanuel encontraría una garrapata prendida en su ombligo!



Pasa Shirley, la Directora de la carrera, y entablamos una amena charla.

Primera noche durmiendo en la hamaca, con la suave oscilación mientras navegamos jungla adentro...

7 de octubre
A eso de las 6:00, el barco se detiene en una playa perfecta, de arenas blancas, y nos dan la posibilidad de zambullirnos en las transparentes aguas del Tapajos. Las vistas son bellísimas, y el río inmenso.

 Lo veo pasar a Ricardo (uno de los tres argentinos en competencia), lo paro y nos presentamos. Al  rato, nos encontramos con Ramón (el otro argentino) y con Carlos (español).

Unas tres horas después llegamos al Base Camp! El calor ya es insoportable! Estás a la sombra, sin moverte, y no parás de sudar.

Espero que baje un poco el sol, y recién a eso de las 16:00 voy ordenando mis cosas.

Cerca de donde colgué mi hamaca, se instala Iván, un brasileño con el cual armamos un fuerte vínculo durante estos días. Lo mismo ocurrió con Ricky, Ramón y con Carlos. Y también con Alex, uno de los dos hermanos rusos con los que caminamos al barco.


Estos lazos que se generan en estas vivencias son de los activos más fuertes que uno se lleva al terminar.

A las 17:00 comienza el control del equipo obligatorio, y el control médico.



8 de octubre
Continuamos la aclimatación. Bebo mucha agua, la que simultáneamente pierdo en forma continua.
Por la mañana, charla técnica en donde nos dieron nociones básicas de supervivencia en la selva.

Mostraron algunas de las plantas peligrosas y la estrella fue una boa constrictora.



A continuación, el briefing médico. Hay un cuerpo médico de más de 30 personas. La mayoría, voluntarios.

Luego de almorzar, charla técnica de la etapa 1 y a las 17:00 debemos dejar todo lo que no usaremos durante la carrera, a la organización.

Momento de tensión, en donde la mayoría de las mochilas están por encima de los 10 kg. Alex, Iván y unos cuantos más, me piden mi balanza para verificar sus pesos, e intentar una optimización.

Mi mochila finalmente pesó 6,750 kg (sin agua).

A continuación, sus componentes. Las celdas amarillas corresponden a los elementos obligatorios.



En cuanto a la comida, me va a sobrar, y también es cierto que voy a perder peso corporal (unos 3 kg aproximadamente) a lo largo de los días. Pero nunca pasaré hambre, sino todo lo contrario.

Se desata una tormenta de lluvia, que nos moja a todos, y también humedece parte del material. Rápidamente armamos con Iván un techo usando mi cubre hamaca, y con esto protegemos el equipo de ambos.

Le ofrezco a Shirley escribir el blog hispano-argentino, en español, y a cambio me permite enviar un e-mail diario durante la competencia, sin costo.

9 de octubre
Comienza la gran aventura. Ahora en serio!
Largamos a las 07:00 de la mañana. Me despierto dos horas antes para hacer todo tranquilo (desayunar, vestirme, armar bien la mochila).



Es una etapa de unos 28 km en donde vamos a ver un poco de todo lo que la jungla puede ofrecernos. Mi Garmin indicó +2762 de DVA, lo cual es muchísimo y realmente se sintió. Además tuvimos que atravesar cursos de agua, pantanos, anduvimos por senderos dentro de la jungla y atravesamos la aldea Takuara.



Los puestos de hidratación están distribuidos a un promedio de 8 km, con lo cual cargar 1,3 litros es suficiente. Llego justo a cada uno, ya sin líquido. Bebo entonces, un litro de agua, y tomo una píldora de sal por hora.

Para completar la aclimatación, es mandatorio hacer una parada de 15 minutos en cada puesto de control durante los primeros dos días.

Realmente es necesaria esta parada. La humedad es un factor que actúa muy agresivamente contra el cuerpo. Por un lado, estamos siempre mojados. Esto, junto a la arena y el barro que ingresan a las zapatillas, hacen imposible evitar la formación de ampollas en los piés.

Por otro lado, el mecanismo natural de la transpiración que moja la piel para la posterior evaporación del líquido y enfriamiento del cuerpo, NO FUNCIONA.

Esto significa que progresivamente, la temperatura del cuerpo va aumentando a medida que el esfuerzo se mantiene. Se siente este aumento, y si dejamos que crezca por arriba de 38-39 grados, puede ser muy peligroso. La única forma entonces de bajar la temperatura es buscando sombra, parar la actividad, beber agua y esperar. O meterse en el río, por supuesto, en caso de que lo tengamos cerca.

Hago muy tranquilo esta etapa, asegurando evitar lo que me sucedió el primer día en Sables.



Pese a tales cuidados, las subidas me sofocan. Transpiro mucho más de lo que quisiera, y llego al fin de la etapa bien, pero sin hambre y con pequeñas sensaciones de náuseas.

Me quito las zapatillas y pongo pantuflas. Busco un par de árboles y armo la hamaca.

De pronto, siento un dolor increíble en mi pié izquierdo. Miro. Decenas de hormigas rojas en mi tobillo y empeine atacándome sin piedad con sus diminutas tenazas e inyectándome pequeñas dosis de alguna sustancia muy agresiva para la piel.

Parte del equipo obligatorio es algún medicamente para estos casos. Busco el Caladryl y unto mi pié con una densa capa de la crema. El dolor tarda mucho en irse y me siento muy incómodo.

Tip: las pantuflas, aunque muy livianas, no son una buena opción. Tampoco me resultaron las sandalias que venden para MDS. Hay que buscar ojotas ultra-livianas.

Traigo repelente con DEET 100%. Me unto todo el cuerpo, que empieza a arder con el líquido, pero ningún insecto se acerca más.

Me preparo la comida, y estando quieto, sigo transpirando. Siento que me deshidrato y no paro de beber agua.

10 de octubre
Repito el ritual de levantarme a las 05:00. Mientras preparo las cosas, aún de noche, veo que por encima de una mochila dejada en el suelo, camina una tarántula que luego se dirige hacia donde estoy yo. Cruza por al lado mío y se mete en los arbustos que tengo al costado de mi hamaca.


A los 50 m de largar tenemos que cruzar a nado el río Tapajos, unos 150 m. Fundamental preparar la mochila para que sea impermeable 100%.

Algunos la meten adentro de una bolsa impermeable y otros hasta usan bolsas de residuos que cumplen con tal fin. Yo tengo todo el contenido en tres bolsas impermeables de 8 litros y mi única duda es que una vez lanzada la mochila al agua, flote. Lleno las bolsas con algo de aire para que cumplan el objetivo.

Antes de la largada, me acerco al río y arrojo la mochila al agua. Flota!!

Uso una cuerda para atar la mochila a mi mano, y así me dispongo a realizar el cruce.

Largamos! Hago el cruce del río en 4 minutos. Estoy muy contento, hubo participantes que demoraron hasta 20 minutos en atravesarlo.



Hoy me siento muy fuerte. Mantengo un buen ritmo y al no haber demasiado desnivel (+1647 m) en comparación con el primer día, no siento sofocación.

El suelo no se ve. Estamos continuamente pisando hojas y ramas. En un momento doy un paso y mi pié se introduce en un pozo cubierto por maleza. Me tambaleo sin caerme, y al retirar el pié, una rama queda enganchada por arriba de mi zapatilla. Doy una pequeña patada al aire para sacarla y no sale. Miro... y no era una rama, era una serpiente parcialmente enrollada en mi tobillo!!

La segunda patada ya no fue pequeña y fue tan seca que la pobre todavía debe estar volando por los aires... Luego Paulo (quien nos dio la charla de supervivencia) me diría que por el color (marrón y amarillo) probablemente se tratara de una variedad venenosa. Gracias a Dios que no me picó!!



La etapa tiene unos 26,5 km y llego número 18 de los 43 que comenzamos a la mañana.

Me digo, "qué bien se ha adaptado mi cuerpo a la selva!, esto es pan comido!" Pero como veremos a continuación, nada tan lejos de lo que en realidad sucedió...

11 de octubre
En la charla técnica, Shirley indicó que la tercera etapa era durísima. Y estuvo en lo cierto.



Comenzamos con el cruce del río a nado, lo cual hago sin problemas y llego al otro lado dentro del pelotón de 5 punteros.



Pero a continuación nos metemos en selva profunda, con subidas y bajadas que me provocan sofocación, y comienzo a transpirar descontroladamente.

Bajo el ritmo, mientras tomo mucha agua y sal. En algunos tramos coincidimos con Iván, quien me da algunas pastillas de sal que no usará.

Entramos en la aldea de Braganca. Un placer y una recarga de energía. Los pobladores nos alientan y los niños ofrecen sus manos para el "choque los cinco".

Estoy exhausto y débil por tanta sudoración. Camino por la aldea. Una pequeña de unos 9 años se pone a mi lado, y me acompaña. Nos comunicamos en un portuñol básico. En un momento se frena y me dice: "voce está muito cansado; tome..." Se saca una cruz que llevaba al cuello, me quito la gorra y dejo que la niña coloque su cruz en mi cuello. Me emociono e intento expresar con palabras mi agradecimiento. Le digo que su cruz me acompañará toda la carrera, y me dará fuerzas para terminar.

Y así fue, ya nunca más me saqué esa cruz que me inundó de energía durante todos los días que seguirían de competencia.



Salgo de la aldea, y más jungla.

Se escuchan los rugidos de jaguares. Es increíble. Un sonido continuo de rugidos que no cesan. Tienen que ser decenas, cientos para armar semejante bullicio interminable.

Llega el mediodía, y el calor junto a la humedad, no perdonan. Me es imposible correr. Mi temperatura corporal debe estar cercana a 39°C y no encuentro sombras para resguardarme y forzar el descenso de un par de grados.

No tengo hambre y hace muchas horas que no como. Sólo sal y agua.

Y entonces aparece lo que normalmente hubiese sido sólo un puente, nada que llame la atención.

Lo veo a lo lejos y ruego que tenga agua cristalina por debajo... Finalmente llego a él. Es de madera y no demasiado largo.

Me salgo del trail y bajo ya casi desesperado. ¡Sí! Un arroyo con cierto caudal apareció ante mi cuerpo en ebullición. Aguas cristalinas y frescas de más de un metro de profundidad.

Dejo la mochila a un lado y penetro en el fluido salvador. Comienzo a llorar. No puedo contener las lágrimas de felicidad, que caen sin parar al arroyo.



Luego de más de 11 horas, 43 kilómetros y habiendo experimentado un desnivel en la jungla de +3882 según mi Garmin, termino la etapa exhausto, con principio de deshidratación y muy débil por la falta de comida.

Hoy no puedo escribir el blog. Armo la hamaca y busco un lugar en la lona que coloca la organización sobre el piso. Me tiro allí, miro la crucecita, recuerdo el arroyo, y comienzo lentamente, la recuperación.

12 de octubre
Hoy según la organización, nos enfrentamos a la maratón más difícil del planeta. 42 kilómetros y sus sorpresas en la jungla.

A los pocos kilómetros de comenzar, el sendero se introduce en un río angosto. Pero no hay que cruzarlo, hay que navegar por él! Son casi dos kilómetros por adentro del río de aguas turbias, de alrededor de un metro de profundidad promedio. Hay momentos, en que es necesario nadar, ya que no hago pié.



Lo más complicado son las ramas y troncos que hay en el fondo y que no perdonan si los pateamos o llevamos por delante.

En este trayecto coincidimos con Geoff (neocelandés) y con Mike (USA).

Me doy muchos golpes y lastimo las piernas y me digo que esa estrategia para avanzar, no es buena.
Como llevo mi mochila impermeable siempre, decido sacarla de mis espaldas, ponerla al frente sobre el agua y nadar. Como el río tiene una leve corriente a favor, voy rápido.

Ya no necesitaba preocuparme por los troncos de abajo, y miro a los costados, disfrutando el paisaje.

De pronto, sobre el margen del río, veo una anaconda de unos 20 centímetros de diámetro, color verde amarillento y sus características manchas leopardinas oscuras. "Espero que no decida meterse", pienso, mientras me alejo rápido río abajo.

Fue muy divertida esta parte de la etapa. El agua evita la sofocación y la disfruto mucho.

Luego entramos en zona pantanosa, las piernas se entierran en el lodo y las aguas barrosas tienen insectos revoloteando sobre su superficie. Muy complicado se torna avanzar.

Una vez superado el pantano, la carrera sigue por jungla y en algunos tramos avanzamos por calles en donde el calor vuelve a decir presente.



Voy siguiendo el sendero por la selva profunda. Vengo solo ahora. No veo la próxima marca. avanzo un poco más y me doy cuenta de que no es el camino correcto. El protocolo indica desandar los pasos hasta la última marca conocida. Cuando me doy la vuelta, piso una rama que cruje fuerte, y escucho a unos dos metros un ruido de un animal pesado, grande. Miro y veo una serpiente negra, Como si fuera un torpedo se alejó del lugar "swoooshhhh!!!!". Luego Paulo me informaría que se trataba de una serpiente del tipo "egg eater".

El error cuesta unos 50 m de más, y luego retomo la senda correcta.

La última parte de esta maratón se hace bordeando el Tapajos. Llego a la meta luego de 10 horas. +2850 m de desnivel.

La camaradería que se armó en esta carrera ha sido impresionante. Es un placer llegar y compartir con el resto lo vivido durante la jornada.

Alex viene muy fuerte. Está tercero en la general.

Iván me dice que va a abandonar. Le pregunto por qué. Por las ampollas. No las soporta más. Intento convencerlo de que no lo haga...

13 de octubre
Y llegó la etapa larga. Según la organización son 108 km. Largamos a las 04:00 am. Quienes no lleguen al CP 5 a las 15:00 hs deberán quedarse allí a pasar la noche. Esto es así, ya que avanzar más tarde por ese punto implicaría pasar la noche en zona de alta población de jaguares, lo cual implica un peligro altísimo para los corredores y que la organización correctamente no desea afrontar.



Como aún no logro recuperarme completamente del día 3, mi estrategia es ir muy tranquilo, caminando en aquellos tramos en donde mi transpiración aumente, y pasar la noche en el CP 5.
Fue buena la decisión, sólo 10 corredores llegaron al check point antes de las tres de la tarde.

Me duelen mucho las cuatro ampollas que se me han formado en los piés. Bien simétricas. Una en el dedo medio, una en el lado lateral externo del talón, y lo mismo en el otro pié.

Demasiada agua y arena. Mis zapatillas tienen agujeros por todos lados, producto de la fiereza de la selva. Es imposible evitar que la arena ingrese y provoque ampollas.

En un momento siento un ardor fuertísimo en mi pié. Miro y era una avispa que había clavado sin piedad su aguijón a través de la media. La saco de un manotazo, y el dolor permanece por alrededor de una hora en mi pié, ahora más hinchado que antes.

Etapa muy dura para el cerebro. El cuerpo está desgastado y no debo pensar en que mañana todavía debo hacer 50 km más, luego de estos 60 interminables. Realmente, no terminan más. La mayor parte es a través de calles. Poca selva, poco río, infinito calor. Casi insoportable para el cerebro y el cuerpo.

Se hace de noche. Sigue el calor y las calles de tierra. Me coloco la linterna en la frente y enciendo su luz. A veces la apago y continúo caminando en la oscuridad total. Qué sensación! El cielo estrellado y sin smog luce increíble. La Luna aún no se asoma. De pronto, animales comienzan a volar por encima de mi cabeza. Son al menos 5. Pájaros a esta hora de la noche, no creo. Deben ser murciélagos, me digo. Los alumbro y sus ojos fosforescentes me causan cierta incomodidad. Lo extraño es su forma de volar, haciendo garabatos extraños en el aire, y algunos aterrizan a cinco metros adelante mío. Vuelvo a alumbrar a uno que se encontraba en el piso, sus ojos amarillos me apuntan. Al acercarme, levanta vuelo y sus ojos siguen mirándome! Son lechuzas! Me acompañan varios kilómetros más y hacen que me olvide por muchos minutos de los dolores en los piés.

Dicen que dos kilómetros antes del CP 5 hay un río que hay que aprovechar para lavarse.

Voy muy lento, pero disfruto estar aquí, y para ello mi cerebro bloquea el dolor que sólo existe en los piés.

Pienso en el río en donde podría asearme un poco. Llego y resulta que es un arroyo de 30 cm. Gran decepción. Intento lavarme como puedo, me refresco y sigo. Hay que subir una pared casi vertical para dejar el arroyo. Sin un bastón es imposible. Consigo una rama y con ella sí trepo. Mucho barro y mis zapatillas vuelven a llenarse de lodo y me ensucio otra vez al llegar arriba.

Llego al CP 5 a las 11 de la noche. Ya casi todos duermen. Me dicen que Geoff y uno de los japoneses abandonaron. Ricky me cuenta que por media hora no llegó al corte. También abandonó Mike.

Ahora sí me siento muy incómodo. Calor, sudoración, picado por insectos, ampollas, piés con arenilla. Busco un par de árboles en medio de la densa selva. Pido ayuda a los de la organización, ya que los que encontré están en medio de la maleza. Viene un asistente con machete y libera el área.

Cuelgo la hamaca. Me preparo la comida que ingiero con algo de hambre.

Decido que mañana voy a cambiar la piel que llevo. La remera celeste me hace sudar mucho, y la cambiaré por la chemise Raidlight Desert blanca (la que usé en el Sahara).

Una de las paramédicas me ofrece curarme las ampollas. Accedo por primera vez en todas las carreras que he hecho. Me dice que el método más eficaz es inyectar desinfectante mediante aguja y jeringa dentro de la ampolla, una vez vaciada de suero. Pero que es sumamente doloroso, y que hoy un corredor gritó muchísimo cuando lo sometieron a tal procedimiento. Le digo que no hay problema, que avance con el shot.

Me pongo una media en la boca. "Ready?", me pregunta. Asiento con la cabeza. Aguanto el dolor y una vez puesta la tela (usan Strength Tape y Rock Tape), le pido que también lo haga con las otras 2 que más me dolían.

Luego resultaría que el corredor que despertó con sus gritos de dolor a todo el campamento había sido Carlos. Estamos todos llenos de ampollas.

Se hacen las 00:00. Estoy molido. Llega Shirley y se produce otra de las pequeñas maravillas de la carrera. Trae tres botellas de gaseosas heladas. Los que estamos despiertos no lo podemos creer. Le preguntamos si son para nosotros. "Of course!", dice. Cómo disfruté esos vasos de Sprite!

Entre los rugidos de jaguares y cientos de ruidos que me fascinan y ya no asustan, me meto en la hamaca y me duermo profundamente.

14 de octubre
Me despierto a las dos de la mañana y me bajo de la hamaca. Necesito vaciar la vejiga. Hace rato ya que no me preocupan los bichos, sólo tengo la precaución de ver adentro de las zapatillas antes de introducir el pié.

Cuatro y media, arriba. El check point se abre a las 06:00 y hay que estar listo.

La mochila está cada vez más liviana y más fácil de armar. Sigo manteniéndola waterproof, colocando todo en las tres bolsas Aquapac de 8 litros.

Se hace la hora y todos partimos. Ricky y Carlos salen rápido. Con Ramón nos quedamos un poco atrás y en unos minutos nos encontramos al grupo de brasileños y a Susanne (USA).

Pasamos al grupo y seguimos a la estadounidense. En un momento comenzamos a subir y mi sudor empieza a brotar. Nos tenemos que tomar de un cable de acero para seguir subiendo. Me llama la atención. Comienzo a sofocarme. Nos gritan de abajo. Equivocamos el camino!

Bajamos y ahora es el grupo brasileño el que se aleja.

Seguimos todo el sector de jungla con Ramón, en una charla muy entretenida. A los 9 km, puesto de agua y salimos a una calle. Ramón se aleja y yo mantengo un ritmo controlado, intentando no entrar en sofocación.

En poco tiempo más llego a Alter do Chao! El pueblo desde donde salimos con el barco al principio!

Comienzan unas vistas del río impresionantes! Qué belleza! Es el Caribe brasileño! El río se expande y hay lugares en donde no se ve la otra costa. Arenas blancas, palmeras. Una maravilla.



Lugares paradisíacos. Hay que cruzar agua, y como vengo muy mal con las ampollas intento que no se mojen las zapatillas. Buenas fotos y filmación ya que los fotógrafos están estratégicamente posicionados.

Al final, lodo profundo y otra vez los piés llenos de barro. Tardo bastante en pasar estos últimos 20 metros.



Llego así al CP 7. Me dicen que hay 7 km al próximo punto de control. Cargo mis botellas y sigo.

Al cabo de dos kilómetros llego a un CP! Cómo puede ser? No eran 7 km? Era el CP 7 de nuevo! Nooo...!

Resulta que este CP está en una isla. En un punto se superponen las marcas, y seguí las señales hacia la derecha, sin ver que también las había hacia la izquierda. Es el único punto mal marcado de toda la carrera. Sumado a que mi cerebro ya no tiene energía para dedicar a orientación, volví sobre lo andado sin darme cuenta.

El impacto en tiempo fue media hora más, pero no es posible lamentarse ahora. A seguir. Uno de los médicos, inglés, me acompaña al punto de bifurcación. Fuimos charlando sobre rugby a lo largo del camino por la playa.

Llego a un punto en donde espera una lancha. Me subo y me cruza al otro margen del río. Qué placer!

Ahora sí, llego al CP 8. El mejor CP de toda la carrera. La médica me recibe con un abrazo, me dan una silla para descansar mientras el médico me pregunta cómo vengo y ofrece hielo para el agua!

Lleno mi botella con hielo y agua, les agradezco, y sigo.



 La última parte, toda sobre la playa.

A eso de las nueve de la noche veo un par de luces que deben ser la llegada. Me acerco. Son las suizas ganadoras de la carrera de 127 km. Qué genias! Me dieron la bienvenida unos 100 m antes de la llegada. Final quinta etapa y 6 días adentro!



Casi 42 horas, +5228 de desnivel y 110 km para esta quinta etapa.

Si la carrera hubiese sido sólo este último día, ya hubiese valido la pena!

El lugar es fantástico, a orillas del Tapajós. Comienzo la rutina de encontrar un par de árboles y preparar todo.

Lo veo a Giovanni, el amigo de Iván y pregunto por él. "Abandonó ayer", me dice. Me pongo muy triste.

A continuación, me voy al río. Ricky y Ramón están ahí, sobre la arena. Placer introducirme en el agua y lavar un poco la ropa que llevo encima. Ya son las diez de la noche.

Salgo y nos quedamos charlando entre argentinos, relajados y muy entusiasmados que sólo falta un día y todos seguimos en carrera.

"Ya está!", dice Ricky. Le contesto entre risas: "Primero la batalla y luego la medalla, amigo. Todavía nos queda un día..."

15 de octubre
Y llegó el día final! 22,5 km, todo por la playa. Hoy largamos a las 08:00 hs.

Me despierto a las 06:00 y siento que hay algo que no está bien...

"Dios, no puedo tragar! La parte respiratoria sin problemas, pero no logro completar el acto de deglutir. Aparece un principio de desesperación, que aplaco rápidamente.

Intento beber agua y me ahogo. Con el calor que hará en breve, imposible encarar la etapa sin beber agua. Me tranquilizo. Intento con un sorbo muy pequeño y llevo la cabeza para atrás. Me ahogo, pero parte del líquido logra llegar al esófago. Ok, será cuestión de ir bebiendo a alta frecuencia, poco cada vez.

Pienso que se trata de una inflamación, producto de algo que comí ayer y que raspó la garganta e inflamó el músculo necesario para completar la deglución. También puede ser una reacción alérgica.

Por esta última posible causa, me dirijo a uno de los médicos, y le explico el problema. Me palpa los ganglios y me pregunta si me duele. Le pido que me dé algún antiéstamínico. Consulta con otro, y me dicen que ok, pero que me dará sueño. Tomo la pastilla con mucha dificultad.

Así comienzo esta última etapa. Con increíble ganas de terminar y con la preocupación de poder beber toda el agua necesaria.

En la primera media hora, tomé 30 sorbos que hicieron bajar el nivel de agua de mi botella un tercio. 250 ml adentro. Bien! Y así continué hasta el final en Santarem.


Al cabo de 4 horas y 21 minutos... FINISHER!!



Dedicada a Caro, Celi y Nico, quienes incondicionalmente me hacen el aguante siempre y amo con toda mi alma.

SURVIVORS!

Otro agradecimiento especial a quienes se tomaron el trabajo de enviarme mensajes a lo largo de las etapas. Cada vez que recibía uno de ellos, mis energías exponencialmente crecían! Ma, Caro, Celi, Nico, Lukas, Adriana, Raúl, Rodrigo. (Hay uno cuyo autor no pude identificar). Gracias por tantos mensajes de cariño y fuerza!




2 comentarios:

  1. Maravilloso relato, Marcelo!! Creo que disfruté semejante aventura como si hubiese estado ahí. La mejor parte, cuando nadaste por el río usando tu mochila como flotador: me hizo recordar un sueño que sueño recurrentemente y que me frustra cuando me despierto y entiendo que no fue real. Te felicito!!! Abrazo!

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    1. Muchas gracias, Sebastián! Para la próxima, venite y hacés realidad tu sueño! Abrazo grande!!

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