Semana Santa. Córdoba. Campo en Nono. Faltan 2 semanas para
los 100 k de Patagonia Run. Voy montando a pelo. Intento atrapar a ese potrillo
salvaje. Voy rápido. Se me cruza el equino por delante, el mío frena de golpe y
soy arrojado bruscamente al suelo.
Caigo sobre la rodilla izquierda. ¡¡¡No!!!
Jueves 11 de abril. Me encuentro con Mariel “Roncedista” en
el aeropuerto de Bariloche y partimos a San Martín. Mi amigo de toda la
vida, Kevin me hospeda en su casa.
Sábado 13 de abril. 00:00 Largada. Mi objetivo es cuidarme
la rodilla y terminar en 21 horas 55 minutos. O sea, 5 minutos antes del corte.
Miro muy por arriba los horarios de corte. Son 4 barreras
horarias, más las 22 horas de la llegada.
Corte horario #1: km 58. Quechuquina 16:30
Corte horario #2: km 76. Quilanlahue(2) 17:45
Corte horario #3: km 84. Colorado (2) 18:30
Corte Horario #4: km 92. Los Bayos 20:00
Largo muy tranquilo. Debo cuidar la rodilla, especialmente
en las bajadas del Colorado y del Quilanlahue. Todo el Colorado de noche. Cada
pisada en la cima es enterrar las zapatillas 10 cm en la nieve. Nieva un poco.
Hermoso! La bajada es abrupta pero mucho menos difícil que cuando hice La
Misión. El terreno con la lluvia y nieve está bastante consolidado. Nada de
polvo suelto. La rodilla duele, pero muy tolerable.
La vista desde la cima en Quilallahue es uno de esos
momentos en donde uno siente que toda la carrera sólo vale el hecho de estar
ahí. Vista de la cordillera majestuosa, los lagos, impagable.
La bajada es más complicada y técnica que la del Colorado.
Pero bien.
Llego a Quechuquina a las 12:30. Cuatro horas antes del
corte! Ya está, la carrera es mía!
Pero no… Comienzo a hacer cuentas y noto que a este ritmo ¡¡quedo afuera en el corte #3!!
Me doy cuenta que los horarios de corte no están calculados
en forma “correcta”. Que quien pase por Quechuquina a las 16:15 por ejemplo, es
imposible que llegue a Quilanlahue antes de las 17:45!!!
Me entra una depresión insoportable. Me digo que hoy pierdo
mi invicto de ser finisher en 100% de mis participaciones. Me insulto y también
a los horarios de corte que no tienen correspondencia.
La bajada al Lacar me calma un poco. Vuelvo a disfrutar la
naturaleza y tomo unas fotos en la costa.
Las subidas me retrasan, pero corro en las bajadas. No lo
voy a lograr. Entonces, ¿por qué corro en las bajadas? Porque cuando me quede
afuera en el #3, sería insoportable la voz interior diciéndome que no hice lo
necesario. Hasta mi último esfuerzo. “Hasta que de mí, no quede nada…”
Llego a Quilanlahue a las 17:30. Sólo 15 minutos antes del
corte.
Me queda una hora para hacer los 8,5 km hasta el próximo.
Tal vez se pueda. Pero empieza una subida interminable. Ya está. Quedo afuera.
Mejor. Qué lindo que me lleven en combi a las 7 de la tarde a San Martín. ¡No! ¡La frustración sería insoportable! Pero no puedo ir más rápido en las subidas.
Son las 18:05. En 25 minutos quedo afuera y faltan unos 5
kilómetros. De pronto noto que me pasa un corredor velozmente… estamos en
bajada! Debo correr. Meto 5ª y llego al Colorado a las 18:32.
Veo al Doctor
Parada que sale del puesto y me encara:
-
— El puesto ya cerró hace dos minutos. Allí están las combis que te llevan al pueblo.Mientras escribo esto, caen lágrimas de mis ojos.
Estas dos palabras algo movieron dentro del Doc, que me responde:
— Te doy una oportunidad. Pero tenés que llegar a Bayos antes de las 20:00. Tenés una hora y media y son 8,5 km. Yo voy a estar ahí y si llegás un minuto más tarde, quedás afuera.
Antes de que dijera su última palabra estaba corriendo a Bayos. Los del puesto me aplaudían mientras el Doc gritaba “¡déjenlo pasar, que sigue!” Y cerró el puesto.
Atrapé a las corridas media banana y un vaso de sopa que me alcanzaron mientras corría.
Lloraba de alegría mientras corría, sigo llorando mientras escribo. Los 8,5 son casi todos en bajada. Paso a unos 10 corredores. Les doy ánimo.
Llego a Bayos a las 19:55. Lo veo al Doc:— ¿Viste? No te fallé! ¡Gracias por darme esa oportunidad!
Me miró y sonrió satisfecho. Un grande el Doc.
21:10 entro en San Martín. Bocinazos y gritos de aliento. ¡Vamos Tordo! Eran Kevin y su esposa María José. Me filma al llegar, con los puños cerrados y ese sentimiento que sólo los que pasamos por estas experiencias comprendemos.
Impresionante carrera. Organización, la gente, el recorrido, todo absolutamente de diez. Gracias Dios por permitirme vivir estas experiencias…
No hay comentarios:
Publicar un comentario