Este fin de semana decido hacer una carrera de calle, descarbonizar un poco la máquina y probar cómo va el entrenamiento respecto a la velocidad.
La elegida fue esta carrera en la que ya participé años atrás. Son 15 kilómetros en Palermo, Ciudad de Buenos Aires.
Toca un día ideal para correr. Unos 15 °C y poca humedad.
Me levanto a las 06:15 del domingo, y salgo para la largada a las 07:15.
Hago corriendo los quince minutos hasta la largada, haciendo una entradita en calor.
Mucha gente ha convocado la carrera. En todas las distancias, unas 4000 personas.
La estrategia de carrera es ir lo más rápido que pueda. saliendo a 235 W de potencia y ver de aumentar el promedio a lo largo de los kilómetros.
Salgo a un buen ritmo, algo más rápido que el planificado, pero luego del primer kilómetro, ajusto la velocidad. No miro el reloj hasta el kilómetro 2. Prefiero salir a sensaciones, con cuidado de no quemarme.
Una vez encontrado un ritmo rápido y al que considero puedo mantener a lo largo del circuito, miro el reloj. Voy a un promedio de 5:10 el kilómetro y a una potencia de 243 W.
Me siento muy bien, y noto que estoy a un máximo sostenible, pero con mucha negociación con la mente.
Van pasando los kilómetros y soy capaz de mantener el ritmo. Esto me pone muy contento. El entrenamiento viene muy bien.
Termino en 1 hora 17 minutos, o sea manteniendo el ritmo y la potencia durante toda la carrera. El sprint final llevó el promedio de potencia a 244 W. Las pulsaciones promedio estuvieron en 165 ppm, esto es Zona 4. ¡Interesante haber podido sostener en zona 4 durante más de una hora la máquina!
Otro dato inspirador: han sido los 15 km más rápidos que he corrido en todos mis 32 años como corredor...
Una fiesta la carrera. Vuelvo a casa caminando, feliz de haber metido un gran entrenamiento de calidad.
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