viernes, 13 de octubre de 2023

PLANNING!


¡LO HECHO EN LOS ÚLTIMOS MESES!

2023 MAR  EPIC PATAGONIA, 35 km, ARGENTINA             FINISHER

2023 MAR  TANDIL ADVENTURE RACE, 28 km, ARGENTINA      FINISHER

2023 ABR  ALPINA TRAIL RUN, 38 km, ARGENTINA           FINISHER

2023 MAY  BS AS RUN, 15 km, ARGENTINA                  FINISHER

2023 MAY  FIAMBALÁ, 35 km, ARGENTINA                   FINISHER

2023 JUN  DESAFÍO CACIQUE CHELEMÍN, 35 km, ARGENTINA   FINISHER

2023 JUL  NONO ULTRA RACE, 38 km, ARGENTINA            FINISHER

2023 AGO  CHICOANA TRAIL, 35 km, ARGENTINA             FINISHER

2023 SEP  YABOTY, 36 km, ARGENTINA                     FINISHER

2023 OCT  UTACCH, 38 km, ARGENTINA                     FINISHER

¡LO QUE VIENE!

2023 NOV  12 HORAS, BALCARCE, ARGENTINA               REGISTRADO

2024 FEB  6 HORAS, ARGENTINA                             ???

2024 MAR  TANDIL ADVENTURE RACE, 28 km, ARGENTINA     REGISTRADO

2024 MAY  GRAND UNION CANAL, 234 km, INGLATERRA       REGISTRADO

2025 SEP  SPARTATHLON, 250 km, GRECIA                    ???


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¡Las próximas crónicas serán también en video!

miércoles, 11 de octubre de 2023

UTACCH Amanecer Comechingon

Estoy muy contento con la decisión de inscribirme en esta carrera.

Era una de los pendientes importantes que tenía en mi listado, al igual que Yaboty y Fiambalá.



La carrera sale de Yacanto de Calamuchita. Un pueblito cerca de Villa General Belgrano, donde de hecho, me hospedé. Es muy difícil encontrar alojamiento en Yacanto. Hay que reservarlo con muchos meses de antelación.

Tomo avión a Córdoba el viernes y alquilo un coche. Es un viaje de una hora y media para llegar a Villa General Belgrano, y de ahí, unos 40 minutos hasta Yacanto.

Me acredito y regreso al hotel. Son las 18:00 y decido ir a pasear por el centro de Villa General Belgrano, donde aprovecho para cenar.

La carrera larga a las 04:30 AM. La idea, como su nombre lo indica, es ver el amanecer en las sierras comechingones.

Voy a correr 38 km, con un desnivel de +1500 m. Hay muchas otras distancias para elegir, comenzando por 100 millas.

Mi estrategia para esta carrera es ir tranquilo. Hace tres días, un auto se me vino encima en la colectora, mientras corría. Para evitarlo me fui a la banquina, y lo desparejo del terreno hizo que pisara mal, me doblara el tobillo izquierdo y cayera pesadamente al piso. Me hice un pequeño esguince que debo cuidar.

Tranquilo significa no pasarme de zona 2,5.

Largamos y toda la primera parte es de noche. Muchísima gente. En mi categoría solamente, hay unas 100 personas. El clima, ideal. Unos 12 grados. Voy con primera piel y remera de la competencia.

Llevo hidratación, sal, geles y Sporfuel para tomar una dosis por hora de cada elemento. Junto a 600 ml de agua. Esto funciona muy bien, especialmente cuando uno va tranquilo, sin sobre-exigirse.



Comienza tímidamente a amanecer y llegamos a un cañadón. Hay gente parada y nos vamos acumulando. No están dejando pasar, hasta que liberen el lugar los de adelante. Fueron 20 minutos que estuve parado. Me enfrié. Y me enfermé a las 72 horas.

Como vengo a entrenar y a disfrutar el lugar y la experiencia, el embotellamiento no me preocupa.

Se hace de día mientras estoy en el cañadón del Río Durazno.

Una vez superado el obstáculo, siso corriendo manteniendo la estrategia.

Nunca corrí a más de zona 2,5. Cuando uno corre así, se disfruta mucho la carrera.

La organización, los puestos de control, los paisajes, todo de 10 en esta carrera.

Llego a los metros finales y vengo pasando mucha gente. Esto también es muy lindo y motivante, a diferencia de sufrir la situación inversa.



Disfruto muchísimo el recorrido, nada técnico, que permite correr y mantiene un balance muy bueno entre poder ir rápido, las escaladas y bajadas, y los cruces de arroyos y ríos.

No tuve problemas con el tobillo, así que todo salió redondo.

Fueron 6 horas 13 minutos y quedé 31 de 98 corredores en mi categoría.

Y para cerrar con broche, esta noche se festeja Oktoberfest en Villa General Belgrano. Con lo cual, ceno salchichas con chucrut y un litro de cerveza espectacular.

¡Un paso más para la clasificación al Sparta!

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jueves, 5 de octubre de 2023

Yaboty Jungle Race

 Esta carrera estaba en mi lista de pendientes hacía unos cuantos años.

Se corre en la selva misionera. Una excelente oportunidad de tacharla ahora, en esta secuencia de carreras mensuales con desnivel, que estoy encarando en vistas de preparar el objetivo A de 2024: Grand Union Canal Race (clasificatoria al Spartathlon).



Caro decide venir, así que coordinamos de encontrarnos en el aeropuerto de Posadas. Yo voy en avión, y ella en la camioneta.

Desde Posadas tenemos unas cuatro horas hasta El Soberbio, el pueblito en donde nos alojaremos.

El lugar elegido para quedarnos está a seis cuadras de la plaza principal de El Soberbio. Acá se realiza la acreditación y es donde termina la carrera. Perfecto lugar. A orillas del río Uruguay, que marca el límite entre Argentina y Brasil.

Está lloviendo mucho, y debido a ello, la carrera de 36 km con +1200 m de desnivel, tendrá unos cambios. Además, por el gran caudal de agua, los Saltos del Moconá están cerrados al público.

Llega el día de la carrera. Voy corriendo a la plaza, desde donde nos llevarán en colectivo a la línea de partida. Son las 06:00 de la mañana.

En el trayecto me entero que los organizadores decidieron cambiar el recorrido. Ahora serán 42 km con +1400 m de desnivel. En realidad, y como veremos luego, finalmente fueron 44 km.

Se hacen las 07:30 y largamos.

Me siento muy bien y con ganas de correr. Voy a un ritmo fuerte, en el orden de 160 ppm. A los 8 km tenemos el primer puesto de hidratación. Todo perfecto.

Llevo dos botellas de 500 cm3 cada una, con Sport Fuel 320. Además, cargo dos sobres adicionales, dos geles y 3 pastillas de sal.

El lugar es precioso. Corremos por la selva, y se nota el desnivel. Al subir, las vistas desde arriba son muy pintorescas.

Encaro el segundo tramo, hacia el segundo puesto de hidratación, en el km 16. Llega, repongo fluidos, bebo bastante agua, como un cuarto de naranja, un trozo de banana, y sigo.

Ya hace mucho calor, y la humedad se siente. Voy bien hidratado y me siento muy bien.

Consumo las dos botellas de agua en las próximas dos horas.

Llega el km 25 y el tercer puesto de hidratación no aparece. Comienzo a preocuparme. Con tanto calor, estoy transpirando mucho y necesito reponer sales y agua.

Pasan casi dos horas y el puesto sigue sin aparecer. Empiezo a sentir calambres en las piernas. Camino. Ahora debo restringir al mínimo el consumo de energía. Además, al intentar correr en alguna bajada, me duele el hígado. Señal de deshidratación, como ya me ha ocurrido antes.

Recién en el kilómetro 31 aparece el puesto. Muchos corredores con problemas. Ahí nos enteramos que con el cambio de recorrido, el tercer puesto quedó tan lejos. Realmente un muy mal manejo de la organización. 

Una vez que el cuerpo se deshidrata es muy lenta la recuperación. Bebo casi un litro de agua en el puesto, como fruta y comida salada.

Sigo mi camino hacia la llegada. No me siento mal, pero los músculos acusan el problema de la deshidratación. Puedo correr muy poco, casi nada en este trayecto. Aparecen calambres por todos lados. Incluso uno en los isquiotibiales que me obliga a detenerme unos minutos e intentar una elongación hasta que finalmente afloja. Muy feo correr así.

Noto que aunque voy a un ritmo muy lento, no me pasan corredores. Todos estamos más o menos igual.

Finalmente llega la meta, la cual tampoco estuvo a los 42 km, sino casi a los 44.

El balance es positivo, ya que el desnivel y poner al cuerpo en situaciones de extremo esfuerzo me sirven en esta etapa del entrenamiento. Los lugares, espectaculares.

Fueron 7 horas y 51 minutos para recorrer 43,9 km con +1362 de desnivel.

Terminé en la mitad de la tabla, tanto en mi categoría, como en la general.

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lunes, 25 de septiembre de 2023

Chicoana Trail Race

Chicoana Trail Race es la carrera elegida para hacer en el mes de agosto.

Son 35 km con un desnivel positivo acumulado de 2500 metros, en la provincia de Salta.



Gran entrenamiento para las piernas y el corazón. Es mucho dsnivel para esta distancia.

El jueves voy al aeroparque y me encuentro con la ingrata noticia de que el vuelo está cancelado debido a las condiciones meteorológicas en la Ciudad de Buenos Aires.

Las alternativas son cancelar todo el viaje, o aceptar la reprogramación para salir el sábado a la madrugada.

La carrera es el domingo, y la acreditación es el sábado. Con lo cual decido viajar.

A las 04:00 AM tomo taxi a Ezeiza y a las 06:40 salgo en avión a Salta. Llego a las dos horas, alquilo coche, y me dirijo a Rosario de Lerma, el lugar donde estaré hospedado. No hay disponibilidad en Chicoana.

Rosario de Lerma está a unos treinta minutos de la Ciudad de Salta y a otros treinta de Chicoana.

Una vez hecho el check-in, voy a la acreditación. Muy rápido todo.

La salida será mañana domingo desde Finca la Vida, a veinte minutos de Chiciana, y ya metidos en la base montañosa.

Decido ir a ver el lugar de la salida para no tener sorpresas mañana. 

Regreso, doy un paseo por la plaza de Rosario de Lerma, compro agua y me voy a dormir.

Me levanto a las 05:30, para salir a las 06:30. Según los tiempos de ayer, tengo media hora hasta la largada, la cual es a las 07:30.

Pongo Waze y ¡¡me dice que llego a las 07:29!! Aprieto el acelerador y aunque algo preocupado, voy ganando algunos minutos en el viaje, y además pienso que algo raro hay en el tiempo que está calculando la aplicación.

Efectivamente, a las 7 en punto llego a Finca La Vida. Estuvo bien la decisión ayer de venir hasta acá. Probablemente me hubiese pasado y continuado con las indicaciones de Waze, que mostraba a la finca unos 10 kilómetros más lejos.

Me llama la atención la cantidad baja de corredores. Resulta que la carrera tiene un corte en el km 27, a las 5 horas. Todos dicen que es muy complicado llegar y por eso se anota poca gente.

Unos 9 grados, y con la dos pieles que llevo estoy bien. Largamos a las 07:40.

Comienza la carrera y encaramos un ascenso muy empinado de 300 m en 2 km. Voy muy lento, con las pulsaciones a 158. Luego se desciende por otros 2 km. Miro el reloj:

3 horas y cuarto, y solo 16 km adentro. El paso es como el del UTMB! O sea que a las 5 horas estaré por el kilómetro 25 aproximadamente. Imposible llegar al corte hoy.

No me preocupo. El entrenamiento es intenso y de calidad. Es lo que vine a buscar. Y seguir por 8 kilómetros más, para cumplir con los 35, implicaría terminar la carrera en alrededor de ocho horas. Demasiado para un entrenamiento.

La carga importante de esta carrera es en los cuádriceps. Hay descensos que se pueden hacer fuerte, aunque poseen una pendiente que carga mucho a los cuádriceps. Durante la carrera no siento dolores. Ellos vendrán un par de días después de terminar.

Hermosos paisajes. La carrera es muy linda, aunque con ese corte a las cinco horas la hacen muy difícil.

El reloj marca cinco horas de carrera, y mi reloj indica 25,5 km. Ocurrió lo esperado. Pienso que en el control del km 27 quedo afuera. Estoy contento. Muy cansado y quiero terminar el entrenamiento ya.

Y así llego al kilómetro 26. Voy corriendo con un grupo de corredores, con quienes nos cruzamos aleatoriamente en varios lugares. Ahora dos de ellos se adelantan y veo que no respetan un cartel que indica seguir derecho a quienes están haciendo 35 km. Ellos doblan y siguen el circuito de los de 14. Les grito pero no me escuchan.

Atrás llega la competidora 114 quien me dice que el último control había informado seguir la senda de marcas blancas (por donde fueron los dos corredores que ya comenté). Así, sin dudarlo mucho, también sigo esa senda.



Paso a varios corredores de 14 km. Esto indica que no voy lento, y que la exigencia del corte previsto es realmente altísima.

Al cabo de un kilómetro, llego a la meta.

En total fueron 27 km y mi tiempo: 5 horas 52 minutos.

Me dan la medalla y mi mente no para de pensar...

¿Qué hubiese pasado si seguía por el sendero de los 35 en el km 26?

Me dieron medalla, pero ¿apareceré en la clasificación o me marcarán DNF?

Espero una semana para que finalmente publiquen los resultados. Aparezcon en la clasificación con mi tiempo de 5 horas y 52 minutos. En ningún lado indica que hice 27 km en vez de 35. Ningún corredor muestra tal información. Muy poco claro este punto.

Por el resto, feliz. Entrenamiento de calidad, paisajes de ensueño, salvo por el punto de mejora indicado en el párrafo anterior, ¡una fiesta!

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viernes, 21 de julio de 2023

Nono Ultra Race

Nono Trail Race (38 km) es la elegida para el entrenamiento en montaña de julio.



Vamos con Caro en la chata, y nos quedamos en la casa de Nono, a un kilómetro y medio de la plaza principal, en donde es la acreditación, inicio y fin de la carrera.

Coordinamos con Andy y Pachi, que van a correr 38 y 50 kilómetros respectivamente, y también se quedan en la casa.

La temperatura está muy bien los días previos, y durante la carrera unos 9 grados al largar y aproximadamente 15 al llegar.

Mucha gente convoca este evento. Nunca vi a Nono con tanta gente, incluso en los meses de verano.

Llega el domingo 9 de julio y largamos. Es de noche. Esta vez sí llevo linterna correcta. Es parte del material obligatorio, como un litro de agua, y campera corta viento.

Nono está a unos 800 msnm. La carrera de 38 km comienza relativamente plano hasta los 8 km, y luego comienza un ascenso hasta los 1800 msnm. A partir de allí, el perfil muestra un descenso hasta la llegada.

Por supuesto, existen ascensos y descensos cortos a lo largo de todo el trayecto.

Y es en las bajadas justamente en lo que quiero enfocarme. Muy técnicas y trabadas. Todavía no las domino. Llevo un muy buen ritmo hasta que debo enfrentar un descenso. Es allí donde gran cantidad de corredores me superan. No me gusta. No lo disfruto. Los pies sufren y me tuerzo en varias oportunidades los tobillos. Por fortuna, nunca llegaron a ser esguinces. Intento apurar y no logro controlar el cuerpo. Trastabillo. Mis manos no tienen tiempo de frenar el impacto contra el piso. En esa fracción de segundo, mi cara se acerca peligrosamente a la roca y el cerebro, instintivamente rota la cabeza hacia abajo y la colisión se produce en la parte superior del cráneo.

Una corredora que viene atrás se detiene y me pregunta si estoy bien. Tardo unos segundos en contestar. Toco con mi mano el lugar del choque y noto que no hay sangre. Respondo que estoy bien, y seguimos. Siento dolor y vuelvo a tocar, ahora sí hay sangre, aunque no abundante. Me tranquilizo y sigo.

En las rectas y subidas, supero corredores. En las bajadas, ahora voy incluso más lento.

Me exijo bastante en esta carrera. Tengo en mi mente la clasificación al Sparta en mayo del año que viene, y ese objetivo es sumamente motivante para poner todo de mí.

Llego a la meta en seis horas y veinte minutos, y mi reloj marca 40 kilómetros, con 1400 m de D+

Unos metros antes de la llegada me grita Gabriel. Siento mucha alegría porque siento que de alguna manera fui fuente de inspiración para que corriese sus primeros 12 kilómetros en montaña, y allí estaba, feliz con su logro y recibiendo a conocidos antes de la meta.

Termino muy cansado y entero, salvo por una pequeña molestia en el tibial izquierdo (el mismo que se inflamó mucho en la carrera de Grecia). Esto debido a la importante cantidad de kilómetros en bajada que tiene esta carrera.



Muy contento con el tiempo que hice ya que terminé 18 de 69 corredores en mi categoría.

Un paso más hacia el gran objetivo de mis sueños...

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viernes, 30 de junio de 2023

Desafío Cacique Chelemin

En junio, invierno en Argentina, las opciones para correr trail disminuyen.

Descubro esta carrera en Andalgalá, provincia de Catamarca, que cumple con las premisas de correr entre 30 y 40 kilómetros por las montañas, y me anoto.

El Cacique Chelemín, fue un líder indígena de la Confederación Diaguita-Calchaquí, que habitaban el oeste de la actual provincia argentina de Catamarca, en el entorno serrano de los valles de Hualfín y Andalgalá. Comandó una etapa de la guerra de resistencia contra la invasión del Imperio Español, entre 1630 y su ejecución en 1637.

El levantamiento de Chelemín, conocido como el Gran Alzamiento Diaguita, forma parte de las Guerras calchaquíes, una sucesión de enfrentamientos indígenas contra el Imperio Español, entre 1560-1667. Chalimín unió varios señoríos indígenas contra los españoles, que le permitió formar un ejército, con el que atacó las ciudades españolas de Tucumán, Londres y La Rioja, recuperando durante siete años el control de una amplio territorio comprendiendo partes de las provincias de Catamarca, Tucumán y Salta, con base en el valle de Hualfin en Catamarca.

El Desafío, recorre estos senderos diaguitas. No es una carrera muy conocida para los que estamos en Buenos Aires. De hecho, soy el único de CABA inscripto. Todo el resto de competidores son de la zona: La Rioja, Tucumán, San Juan y Catamarca.

La logística para llegar es complicada: vuelo a Tucumán, coche a Andalgalá.

Son 200 km y Waze indica dos horas y media para llegar. Falló de manera grosera. No tiene en cuenta la montaña, ni la disminución de velocidad en las rutas de ripio.

Luego de los primeros 100 kilómetros, la ruta es de ripio. Y en dos ocasiones se cruzan montañas que obligan a ir a 30 km/h de velocidad promedio. ¡Tardo 5 horas en llegar!

El paisaje, hermoso. Montañas altas, picos nevados. Primero monte verde y luego desierto, con sus ocres y grises.

Llego a Andalgalá y me hospedo en el Hotel Boutique que resulta una excelente opción por precio/calidad. Estoy a una cuadra de la plaza principal, en donde será la acreditación.

Llega el día de la partida. Se sale desde unos 5 kilómetros de la plaza. Contrato un taxi un día antes que me pasa a buscar a las 7 de la mañana por el hotel. Hace frío. La largada se atrasa media hora. Por suerte, en el autocamping en donde está el arco, hay una cafetería. Pido un mate cocido calentito y espero que pasen los minutos en este lugar calefaccionado.

15 minutos antes, salgo a calentar un poco y a las 08:30, ¡largamos!

La carrera tiene dos subidas y las bajadas se hacen por el mismo lugar, con lo cual nos cruzamos con los punteros mientras ascendemos, y con quienes van detrás, en los descensos. Es divertido esto.

En los puestos de control entregan unas pulseritas que hay que mostrar en la llegada, como prueba de que se hizo el recorrido completo. No hay chip acá.

Además, en la cumbre del cerro Chelemín, entregan un banderín, que también lo piden al completar el Desafío, en la plaza principal de Andalgalá.

A los 6 kilómetros entro en régimen, ya sin frío, y comienzo a gozar esta carrera.

Los dos ascensos son muy corribles, y disfruto del paisaje muchísimo.

Pero... mientras subo el segundo cerro, a un muy buen ritmo, no veo una marca, y sigo de largo.

Cuando me doy cuenta de la situación, intento volver sobre mis pasos. ¡Imposible! Estoy en medio del monte catamarqueño, con cientos de posibles senderos para elegir. Una vegetación cerrada y muy agresiva para el cuerpo. Con poca luz y muchas espinas. 



Intento encontrar el sendero correcto, pero no lo logro. Pasan diez minutos. Mi cerebro permite el inicio de una desesperación. Perdido en medio del monte. Imposible que me encuentren acá. Si me agarra la noche, ¡el frío sería insoportable! Y la fauna... ¡¡HOLAAA!! Nadie responde a mi grito... No dejo que estos pensamientos duren más de unos segundos, me tranquilizo y decido usar la función que tiene mi GPS de track back. 

Con esta función, el reloj comienza a marcar el camino de regreso. Es como el cuento de Hansel y Gretel, pero sin las migas, ¡jajaja!

Pero claro, con tantos senderos posibles, el Garmin indica un camino de vuelta que me obliga a pasar entremedio de arbustos espinosos que me lastiman piernas y manos.

Al cabo de quince minutos, llego a un punto y me cruzo a un corredor. ¡Ahhhh! ¡Logré recuperar el sendero! Y así, gracias al Garmin, y con sangre en mi cuerpo, logro continuar la aventura,  muy contento de haber superado este problema que podría haber sido grave.

Llega la última parte del ascenso al segundo cerro, y a partir de aquí es una bajada hasta el pueble. Es el kilómetro 27. Pero lejos de ser un disfrute, aquí comienza la parte más difícil de la aventura.

El descenso es a lo largo del cauce del río Chelemín. Todo piedra, arena e innumerables cruces hacia un lado y al otro del río. Que, aunque con poco caudal, obliga a introducir los pies en el agua, y andar todo este trayecto con las zapatillas y las medias mojadas, entre piedras resbaladizas y flojas.

¡Una gran paliza para los pies!  

Me comienza a doler el tendón de Aquiles izquierdo por el esfuerzo. Bajo un poco el ritmo y así continúo hasta llegar a la plaza, luego de 5 horas y 48 minutos de carrera.



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sábado, 17 de junio de 2023

Fiambala Desert Race

En junio, la elegida para continuar el entrenamiento en pos de clasificar al Sparta, es Fiambalá Desert Race.



Una carrera de 35 kilómetros por el desierto en esta región de Catamarca.

Voy en avión hasta San Fernando del Valle de Catamarca, la capital de la provincia. Allí me encuentro con Caro, que, previo a pasar por Nono, sigue viaje en la chata hacia el Norte del país.

Desde el aeropuerto hasta el pueblo de Fiambalá son unas 4 horas.



Los paisajes de esta región son maravillosos. Lo más llamativo son los colores de las montañas. Uno mira el paisaje, y en la misma vista se ven cerros de color rojo, otros verdes y otros grises, por ejemplo.

Nos hospedamos en el pueblo, y tenemos unos días para recorrer parajes de esta hermosa región de Argentina.

Vamos a las Termas. La primera vez que estoy en termas como mi cerebro las imaginaba. Agua caliente en plena naturaleza, vertientes vírgenes en medio de la montaña, solo encajonadas de manera tal de no perturbar demasiado la esencia del lugar.

Desde lo más alto, el agua cae a unos 50 °C, y al bajar se enfría al llegar a la primera pileta. Aquí la temperatura es de unos 45 °C. Pocos aguantan más de unos minutos dentro.



Y de esta manera, continúa el agua termal su curso descendiente pasando por diversas piletas a temperaturas inferiores, hasta llegar a la última a 32 °C. 

Para ingresar es necesario comprar las entradas en el pueblo a e dólares, y hay cupos. Son tres los horarios para elegir: de las 08:00 hasta las 12:00 en la mañana, de las 16:00 a las 20:00 y el turno de la noche, de las 20: a las 24:00 hs. ¡Un placer este lugar!

También fuimos a la duna Federico Kirbus, con sus 1234 m de altura, ¡la más alta del mundo!


E hicimos parte de la "Ruta de los Seismil". Un lugar de ensueño con paisajes únicos realmente. Nos faltó entrar desde la ruta y hacer los 54 km hasta el balcon de Pissis, a 5400 m de altura (hay que ir con 4x4) desde donde, muchos dicen, se pueden ver los paisajes más hermosos del planeta.

Llega el día de la carrera. Este día coinciden los participantes que hacen solo 35 km, como yo, con los que vienen corriendo por etapas desde hace dos días. Con lo cual, coincidimos con Carli, Pachi y Andy, aunque no los veo. Hay mucha gente en la largada (unos 1500 corredores) y es de noche...

La característica fundamental de esta carrera es que de los 35 km, solo pisé piso firme durante 1,5 km (los de la salida y la entrada final al pueblo). Todo el resto es terreno flojo, piedras, arena, rocas. Muy duro para el cuerpo y requiere mucha atención para no lesionarse. Es muy fácil torcerse un tobillo, y de hecho, muchos corredores rengueando y lesionados al final.

La temperatura ideal. Unos 15 °C y seco. No se puede ir muy rápido, y el cuerpo acusa el desgaste.

Llego en 5 horas 59 minutos. Muy contento por terminar entero y por meter una carrera más en el entrenamiento para clasificar al Sparta.


Nos volvemos en el auto rápido con Caro, no sin antes pasar por Aimogasta y aprovisionarnos con una buena cantida de aceitunas de Arauco, de las mejores de Argentina. ¡Final feliz!