jueves, 17 de julio de 2025

PLANNING!


¡LO HECHO EN LOS ÚLTIMOS MESES!

2024 MAR  6 HORAS SAN PEDRO, ARGENTINA                 FINISHER

2024 MAR  TANDIL ADVENTURE RACE, 28 km, ARGENTINA      FINISHER

2024 MAY  GRAND UNION CANAL, 234 km, INGLATERRA          DNF

2024 DIC  KEPLER CHALLENGE, 60 km, NUEVA ZELANDA       FINISHER

2025 MAR  TANDIL ADVENTURE RACE, 28 km, ARGENTINA      FINISHER

2025 MAR  VALHOLL USHUAIA, 90 km, ARGENTINA            FINISHER

2025 JUN  ST. JACQUES by UTMB, 50 km, FRANCIA          FINISHER

2025 JUN  GOBI MARCH, 250 km, MONGOLIA                 FINISHER

¡LO QUE VIENE!

2025 NOV  BARILOCHE by UTMB, 55 km, ARGENTINA         REGISTERED



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¡Las próximas crónicas serán también en video!

Trail du St. Jacques

La aventura empieza bastante antes que la carrera esta vez.

Logramos coordinar la familia completa y a mediados de mayo nos encontramos los cuatro en Madrid. Alquilamos un coche y viajamos hacia el sur de España. Nos hospedamos en Sevilla y aprovechamos a hacer un “free walking tour” al día siguiente.





Luego cruzamos a Portugal y nos quedamos un par de días en el Iberostar de Lagos. Hermoso y súper relajante. ¡Cómo estamos disfrutando este viaje! Los chicos están más grandes y estar todos juntos es tan valioso para mí.

Nuestro próximo destino es Lisboa. ¡Qué lindo es correr bordeando el río Tajo!

Ya pasados diez días, comenzamos la vuelta. La dejamos a Celi en la frontera norte de España. ¡Va a hacer sola el camino de Santiago portugués!

Al otro día nos despedimos de Nico, que vuelve a Buenos Aires a continuar sus estudios, y con Caro nos vamos a Fuengirola.

Fuengirola es uno de mis lugares en el mundo. En los meses de mayo y septiembre el clima es perfecto. El sol es fuerte pero no abruma, corre un fresco que llena el alma de energía. La costanera sobre el Mar Mediterráneo es infinita. Cómoda para correr. Se forma una bahía desde donde se ve Benalmádena para un lado, y el faro de Mijas hacia el otro. Corro con la arena de la playa casi tocándome las zapatillas.



Nos quedamos en un departamento enfrente de la playa, desde donde se ve toda la bahía, el mar, y los días que hay luna llena, la visión del astro reflejado en el mar emociona hasta las lágrimas.

Una vez disfrutados en forma increíble estos días, la aventura sigue en Toulouse, Francia.

Nos encontramos con Scuby y Lúa, amigos hace más de cincuenta años, para un moto tour por Francia. Es un proyecto que veníamos hablando con varios de los compañeros del colegio y finalmente pudimos concretarlo nosotros tres.



Alquilo una Yamaha MT09, de 900 cm3. Hermosa. Son cinco días en donde recorremos unos mil kilómetros por ciudades como Rocamadour, Cardaillac, Conques, Cordes-sur-Ciel, Albi, Bagneres de Bigorre, Lourdes y un circuito por los Pirineos.



Cada día es una máquina de generar recuerdos. Todo es espectacular, la experiencia de manejar una moto de esa envergadura por primera vez, los paisajes, la compañía de mis amigos, las charlas profundas con vinito rosado francés de por medio, y tantas vivencias más.

Al terminar, nos quedamos con muchas ganas de continuar, así que en breve ¡¡se vendrá el moto tour parte 2!!

Y ahora sí, me enfoco en la carrera. Nos despedimos con los chicos y parto en tren desde Toulouse hasta Le Puy en Velay, lugar desde donde comienza la ultramaratón Trail du St. Jacques, by UTMB.

Interesante pueblo al sur de Lyon, con macizos volcánicos y paisajes hermosos típicos de la campiña francesa.



El Trail du Saint-Jacques by UTMB se llama así porque sigue, en parte, el Camino de Santiago (en francés, Saint Jacques de Compostelle), una famosa ruta de peregrinación medieval que cruza Europa y termina en Santiago de Compostela, en España.

El recorrido del trail pasa por tramos del Camino de Santiago, especialmente por la parte francesa conocida como la Via Podiensis, que comienza en Le Puy en Velay, uno de los cuatro grandes puntos de partida tradicionales en Francia para los peregrinos.



Llego el 13 de junio, me acredito al día siguiente y la carrera comienza el domingo 15 de junio.

Son 53 km con +2100 m de desnivel, que deben hacerse en menos de 11 horas 30 minutos.

Teniendo en cuenta que el 22 de junio comienzo una de las carreras en mi listado de las 25 más extremas del mundo, mis objetivos para este trail son tres:

  Disfrutar

        No lastimarme

        * Conseguir los 2 running stones

Con estas metas en mente, construyo una tablita que me permitirá pasar por los puntos de corte con cierto margen, y regular el ritmo en todo el trayecto.

Largamos a las 7 de la mañana, ya de día y con temperatura agradable. Nos llevan en ómnibus desde el pueblo hacia la largada. El arco de llegada será entonces en Le Puy en Velay. Voy con remera de mangas cortas y la mochila Raidlight Olmo que usaré en el desierto de Gobi.

La primera parte es una subida interminable, infinita… Al no conocer el circuito, me esfuerzo acá para asegurar pasar por el primer corte a tiempo. No llevo banca cardíaca, aunque calculo que mis pulsaciones están seguramente en zona 4.

La estrategia funciona bien, ya que paso por la primera barrera horaria con margen de una hora.

Casi todo el desnivel de la carrera está presente en el primer tercio, con lo cual sé que pasando el segundo corte bien, ya no debería tener que presionar tanto el acelerador.



Y así efectivamente es. Paso el segundo corte con más de una hora de margen, y a partir de allí me dedico a disfrutar los paisajes y la carrera. Ya no importa si me pasan corredores, o la posición final en la que terminaré. Voy por ser finisher y de no mediar ningún imprevisto crítico, estoy encaminado para lograrlo.

La carrera tiene todo lo que tiene que tener un trail para ser disfrutado. Buenos paisajes, buen desnivel, subidas que cuestan, aunque recompensadas luego con bajadas poco técnicas que alivian las pulsaciones, algo de lluvia, bosques, alguna baja técnica y barrosa hacia arroyos, piedras, en fin, no se puede pedir mucho más.



Luego de 9 horas y media, termino la carrera. Bastante cansado y con dolor en los cuádriceps. El esfuerzo del comienzo se siente, y las bajadas han impactado los músculos de las piernas.

Feliz de haber conseguido los tres objetivos, y ahora a descansar, ya que en una semana comenzará una nueva y gran aventura. Aunque esa será otra historia…

 


 

 

Gobi March

¡Qué emoción!

Esta carrera cumple dos objetivos en mi vida de runner:

- Tachar del listado una de las 25 carreras a pie más extremas del mundo

- Agregar el 6° continente (Asia) al objetivo de correr una ultramaratón en cada uno de los 8 continentes del planeta.

Si completo el Gobi March, solo faltarán Oceanía (Australia) y Antártida.

Gobi March es una carrera de autosuficiencia. Se corre en el desierto de Gobi, en Mongolia. Son 6 etapas en 7 días. Hay una etapa de 80 km (la ultramaratón) para la cual dan dos días.

La previa

Una de las mejores previas en mi vida. Viaje con toda mi amada familia por España y Portugal, luego un viaje memorioso en motocicletas por Francia, con amigos de la infancia. Para terminar corriendo el Trail du St. Jacques, by UTMB, también en el país galo.

Termino la carrera bastante dolorido de los cuádriceps, ya que, aunque cuidé mucho el físico, anticipando lo que vendría, las carreras de UTMB no son paseo, y al principio tuve que exigirme para pasar bien por los tiempos de corte.

Pero en una semana ya estaré recuperado, así que mi cerebro ya está enfocado en la próxima aventura.

Tomo un tren a Paris, en donde paso un par de días hermosos, recordando los viejos buenos tiempos en Alcatel. Me hospedo en el barrio de Montparnasse, lo camino otra vez desde hace tantos años, y para finalizar vuelvo a deleitarme con una deliciosa gallete con sidra en la creperié Chez Jeanne.

¡Finalmente llega el 18 de junio! Viajo en el RER B al aeropuerto, y me embarco en el avión a Ulán Bator, la capital de Mongolia.

Llego a destino luego de un viaje de 16 horas.

Al llegar a migraciones, la primera nota fuera de lo común, de todas las que relataré en estas líneas. El oficial de policía me indica que no tengo visa para ingresar al país. Estos son temas que reviso muy cuidadosamente cuando viajo, así que con mucha seguridad le explico que Argentina es un país que no necesita visa para ingresar en 2025. Me mira. Mira el pasaporte. Me vuelve a mirar, y finalmente estampa el sello de entrada en mi documento..

Me espera un taxi enviado por el hotel, y en el trayecto comienzo a vivir la experiencia de estar en una cultura completamente diferente.

El coche tiene volante a la derecha. El 70% o más de los coches tiene volante a la derecha. Pero... lo curioso es que manejan como nosotros, o sea, circulan por la derecha. ¡¡Cuac!!


La mayoría de los coches son marca Toyota. Recordemos que en Japón se conduce por la izquierda. El parque automotor es antiguo. Lo que ocurre es que en Mongolia, no hay una regulación respecto a este tema, y por lo tanto, ingresan coches japoneses usados, muy baratos, y a la gente le resulta más conveniente comprar uno de estos coches con volante a la derecha. Estimo que más de la mitad de los autos tienen el volante a la derecha. ¡Muy loco!

Dejo las cosas en el hotel, y comienzo a caminar la ciudad.

La influencia soviética se nota mucho. Es una ciudad (salvo algunas cuadras del centro) antigua y bastante sucia. Casi nadie habla inglés. Aunque conservan su alfabeto tradicional, el oficial es el cirílico.

La Primera Guerra Mundial influyó indirectamente en la ocupación soviética de Mongolia. Los bolcheviques buscaron expandir su influencia para asegurar fronteras y difundir el comunismo. Mongolia, entonces bajo presión china y con presencia de fuerzas antibolcheviques, se convirtió en un objetivo estratégico. Así, el caos posterior a la Primera Guerra facilitó la intervención soviética en 1921 y la instauración de un régimen comunista aliado a Moscú.

Durante décadas, los soviéticos influenciaron profundamente su política, economía y cultura. La ocupación terminó con la caída del bloque soviético en 1989, dando paso a la democracia.

En el tránsito urbano, son insoportables con la bocina.



Tuve la suerte de presenciar un acto académico importante frente al Palacio de Gobierno, fui al museo Nacional de Mongolia, y al de Gengis Kan. Muy interesantes ambos.

Ingreso a un restaurant y pido una comida típica: el guriltai shöl. Una sopa muy sabrosa con pasta y carne.

Al día siguiente me traslado al hotel que nos reservó la organización de Racing the Planet. El Novotel de Ulán Bator.  Empiezo a ver a algunos corredores. Ya empiezo a sentir el ambiente de la carrera, y la adrenalina comienza a aparecer.



Como tenemos el día libre, aprovecho a seguir caminando por la ciudad, y además ingreso a un par de museos nacionales muy interesantes: el de Mongolia y el de Gengis Khan.

21 de junio

¡Llega el momento de la acreditación!

Nos revisan todo el material obligatorio en el Novotel de Ulán Bator. Uso toda la experiencia de la Maratón de Sables y de Jungle Marathon para preparar mi mochila, pero la gran cantidad de material mandatorio que se exige en este evento hace que mi mochila esta vez pese 8,45 kg (sin agua y con el GPS de la organización).


Contenido completo de la mochila










Los elementos obligatorios van en amarillo. 



Al mediodía nos esperan los autobuses, los cuales nos ¡internarán en el desierto!

Las tiendas ya están asignadas. Me toca la número 4, llamada Snow Leopard. La comparto con dos corredores españoles (Pablo L y Pablo C) y dos brasileños (Jane y Alberto).



Al igual que en Sables, ubican a los competidores tratando de que todos puedan comunicarse en el mismo idioma. Muy importante esto para la integración y el desarrollo de una comunidad fuerte a lo largo de los días.

En seis horas llegamos al Camp 1. Cenamos y a dormir.

22 de junio. Día 1 Etapa 1. Distancia: 38,4 km Desnivel Positivo Acumulado: +711 m

Largamos a las 08:00 de la mañana. El sol ya pega fuerte, y aunque hay una brisa fresca, no está presente todo el tiempo y no logra refrescar el cuerpo.

La mochila, en su primer día, pesa. Voy a un ritmo tranquilo. Corro en los llanos y en las bajadas y camino en las subidas. Siento mucho el calor. Llevo dos caramañolas de 750 ml con electrolitos y una tercera con agua para refrescarme.

Me siento sofocado. La piel de los brazos aparece morada, y siento que mi temperatura corporal aumenta en cada paso que doy.



No hay nada de sombra. El paisaje es hermoso. Colinas con cimas redondeadas y verdes. Todo es verde por acá. Debajo del pasto que crece por la humedad, está la arena compactada. En general, no estamos corriendo por arena suelta. El problema es lo sofocante del clima. Nos dicen que llega a 45 °C la sensación térmica hoy.

Aunque los avituallamientos con agua están muy bien colocados cada 5 km aproximadamente, noto que mi organismo se está descompensando de a poco.

Termino la etapa con un malestar importante. Descanso unas dos horas y me preparo una comida, que voy comiendo muy de a poco, a lo largo de otra hora. Tomo poca agua, porque siento arcadas. Continúo tirándome agua al cuerpo y a la cabeza, porque me siento muy acalorado, como con fiebre.



Se hacen las 9 de la noche y a dormir.

23 de junio. Día 2 Etapa 2. Distancia: 42,1 km Desnivel Positivo Acumulado: +760 m

A las seis de la mañana todos arriba. En realidad, ya todos se han levantado y yo soy el único que duerme hasta las seis. Esto se repetirá a lo largo de los siguientes días.

Los dos Pablos son ingenieros y amigos desde la universidad. Uno vive en Madrid y el otro en Suiza, Jane y Alberto son pareja y viven en Rio de Janeiro.

Desayuno granola y aunque me cuesta pasar la comida, termino la porción.



El recorrido de esta etapa me resulta monótono, aburrido. Seguimos a través de este desierto verde y ya nada me llama la atención. Pero en realidad el problema es mío. Sigo sintiéndome acalorado, sofocado, afiebrado, y mi estómago ya no pasa comida alguna. No puedo pasar ni siquiera el líquido con electrolitos. Con lo cual me focalizo en beber agua de a sorbos muy pequeños y tomar una gragea de sales por hora.

Voy más lento en esta etapa. Media hora antes de llegar al Camp 2 intento tomar la última gragea de sal, y la arcada me hace devolverla. Grande es mi sorpresa cuando noto que también vomito parte de la comida de ayer.

Soy el primero en llegar de la tienda, que esta vez no es tienda, sino que dormiremos en una yurta mongol. Me recuesto en una de las camas, y dormito en la soledad de la vivienda nómada, suplicando que este tremendo malestar se normalice de una vez.



En Mongolia, gran parte de la población mantiene un estilo de vida nómade, una tradición milenaria adaptada al clima extremo y al terreno estepario. Estas familias se trasladan varias veces al año con sus animales en busca de pasturas. Viven en yurtas, viviendas desmontables que resisten bien el viento y el frío. Su economía se basa en la ganadería (cabras, ovejas, caballos, yaks). A pesar de la urbanización, aproximadamente el 30% de los mongoles aún vive como nómades o seminómades.

Comienza a llover. Refresca un poco, pero no lo suficiente. Albert me ve mal y me alcanza una toalla mojada para que ponga en mi cabeza.

No puedo comer nada. Pablo L abre un jamón ibérico que es un manjar. Mi estómago sí lo acepta, y además me ofrece un caldo de verduras que preparo y voy bebiendo de a poco.

Se va tejiendo la comunidad tan importante entre nosotros. Llevar caldos es algo que voy a implementar sin dudarlo en el futuro. ¡Y jamón también!



Pero eso es lo único que como durante el día. La tormenta aumenta y comienza a entrar agua en la yurta. Albert quiere buscar a los organizadores para que coloquen una funda sobre el techo, pero ya es tarde. Finalmente no nos crea gran problema el agua que ingresa.

24 de junio. Día 3 Etapa 3. Distancia: 22,2 km Desnivel Positivo Acumulado: +352 m

Me siento débil. No puedo desayunar ni tomar agua. Estoy muy preocupado. Para contrarrestar el problema, me aprieto la panza y me digo:

— ¡Acá hay todavía bastante grasa para quemar!

Pero no puedo correr en esta etapa. La camino de punta a punta. Debo regular la energía porque sin casi comer durante tres días, intentar correr daría seguramente un desenlace desastroso.



Hoy todos los compañeros de tienda llegan antes que yo. Me aburro caminando y la distancia a recorrer se me hace interminable, infinita.

Me entero de que entre el primer día y el segundo, abandonaron 14 corredores de los 90 que empezamos. Valor muy alto para el comienzo del evento.

Ya en el campamento, Jane me ofrece una sopa de lentejas que acepto. Puedo consumir la mitad. Pablo L comparte otro caldo que logro beber bien. Y eso es todo lo que ingiero hoy.



25 de junio. Día 4 Etapa 4. Distancia: 64,3 km Desnivel Positivo Acumulado: +961 m

Mis ánimos están por el piso. Pensar que debo enfrentar 80 km en esta etapa, sin poder correr, es un golpe muy fuerte para la cabeza. Pero en estas circunstancias es donde la motivación entra en juego. ¿Pienso en abandonar? Sí, claro. Pero quito el pensamiento rápidamente de mi mente, y pongo en primer plano el objetivo de terminar esta ultra-maratón en Asia, y hacer el check en el sexto continente. Y como ya me ha pasado en otras oportunidades, pensar en haber viajado tantos kilómetros para conseguir el desafío y no lograrlo sin estar con alguna lesión inhabilitante, está fuera de toda decisión.



Anuncian tormentas para la tarde. Salimos como todos los días a las 8 de la mañana. Ya hace calor.

Aproximadamente la mitad de los corredores comenzamos la etapa caminando. El corte es mañana a las 10 de la mañana. Son 26 horas para hacer 80 kilómetros, con lo cual se puede caminar todo el tiempo.

Sigo con la estrategia de llevar tres caramañolas con agua. Dos para beber, la tercera para refrescarme cara, cuerpo, y cabeza. Fundamental hacer esto para controlar la temperatura corporal y evitar que llegue a límites críticos.



Los puestos con agua están siempre a unos cinco kilómetros de distancia. Atendidos por voluntarios que contagian energía positiva, gritan cuando estamos llegando, refrescan nuestras pieles con spray, y rellenan nuestros recipientes que llegan vacíos a cada puesto.

Voy por detrás de los compañeros de tienda, que llevan un ritmo más rápido.

En el puesto de control 6, en el kilómetro 53 me los encuentro a los cuatro. Los dos Pablos están a punto de irse, y Jane y Alberto se disponen a comer algo.

La organización nos da una gaseosa acá. Aunque no está helada, bebo esa Sprite de a sorbos, disfrutándola como si fuera la bebida más deliciosa del mundo.

La termino y sigo mi camino para completar los 27 km que restan.



El sol se está poniendo y está refrescando. Veo adelante rayos y relámpagos, truenos que parecen bombas y que cada vez se oyen más cerca.

Comienza a llover…

Y acá se produce la magia. El agua fresca sobre mi cuerpo y el descenso de la temperatura constituyen el punto de inflexión. Vuelvo a recuperar la temperatura normal en mi cuerpo, y el Omeprazol que me compartió Pablo L, junto a un par de dosis más que me dieron los médicos en los puestos de control, logran el cambio.

Comienzo a correr. A disfrutar el agua sobre mi rostro y todo el cuerpo. Veo a otros corredores que inmediatamente se colocan el poncho impermeable, y pienso en broma: “¡perdónalos Señor, no saben lo que se pierden!”

La lluvia es cada vez más fuerte. Los relámpagos iluminan la noche, y los truenos rugen por todos lados. ¡Estoy feliz! Lo que fue un calvario hasta ahora se convierte en dicha eterna. Lloro de felicidad.

A los tres kilómetros llego al puesto de agua y me dicen que debido a la tormenta eléctrica debo esperar allí a que amaine.

Estoy eufórico y logro convencer a los del puesto que me permitan seguir bajo mi responsabilidad. Sin dudarlo entonces, continúo por el camino hacia el fin de la etapa. Doy unos pasos y una corredora australiana se pone a mi lado y me dice que estaba detenida en el puesto, y como me vio seguir, también se decidió a continuar, preguntándome si podía hacerlo conmigo. "Sure, of course!", le respondí, y así seguimos corriendo juntos debajo de la refrescante y poderosa tormenta. Resulta que también es finisher del Tor des Geants, así que tenemos tema de conversación para rato.

Lamentablemente no dura mucho el éxtasis. A los dos kilómetros aparece un ómnibus de la organización indicando que la etapa quedaba suspendida por el temporal. Esgrimo un principio de queja, pero entendiendo que ya todo estaba decidido, subo apesadumbrado al vehículo. Allí ya están Jane y Albert, y a los pocos minutos levantamos a otros corredores, entre ellos a los dos Pablos.

Nos indican que se implementa un Camp diferente al original, ya que éste está rodeado por la tormenta.

Nos llevan a un club, y todos dormimos en la cancha multi-deporte del club. Esta parte de la aventura es la única que realmente no me gusta en absoluto. Entiendo la preocupación de la organización por la seguridad, pero el plan B implementado deja mucho que desear. Los baños, impresentables desde todo punto de vista.

Y acá, el genio de Pablo L produce otro acto de magia. Nos comparte el jamón ibérico de bellota más delicioso que comí en mi vida. ¡Qué placer! 

Encuentro un lugar para recostarme, y me duermo muy contento por haberme recuperado de la insolación y del malestar estomacal, pensando en esa delicia española que acabamos de consumir.

26 de junio. Día 5 Etapa 4

Hoy es descanso. Estamos en el gimnasio hasta el mediodía, y luego nos llevan al camp original, ahora que ha pasado la tormenta. Buen momento para descansar. La temperatura ha bajado y me siento muy bien. Me alimento muy bien hoy.

Ampollas

Párrafo aparte merece el tema el de las ampollas en los pies. Más del 90% de los corredores las tienen. Algunos tienen los pies realmente a la miseria. Pablo C todo el tiempo me dice que envidia mis pies. Es que mi método desarrollado en todos estos años, ha dado muy buen resultado. No tengo una sola ampolla en mis pies, y eso es un factor crítico a la hora de disfrutar. Las ampollas en general no son inhabilitantes, pero son muy dolorosas y una vez desarrolladas, lleva mucho tiempo su gestión, tanto física como mental.


Un ejemplo de pies de un corredor al terminar el desafío

Me pone muy contento tener mis pies sanos, especialmente ahora que me siento bien y que podré correr mañana sin dolores, con menos peso, y realmente disfrutando el momento.



27 de junio. Día 6 Etapa 5. Distancia: 40,6 km Desnivel Positivo Acumulado: +553 m

Me despierto con mucha energía. Anoche logré comer la segunda ración completa desde que empezamos el desafío. Unos mac & cheese con carne muy ricos.

La mochila está muy liviana. He regalado todo lo que no comí hasta ahora y ha bajado dos o tres kilos seguro. Yo debo haber bajado el doble que eso, fácilmente.



El día está fresco, hermoso. Me dispongo a correr toda la etapa. Hoy es una maratón en el desierto húmedo.

Comienza el disfrute ni bien largamos. Voy a un trote sólido. Albert, Jane y Pablo L, se quedan algo atrás, y Pablo C va por delante.

Llego al primero de los siete ríos que debemos cruzar hoy. ¡Súper refrescante! Cómo estoy disfrutando esto. El malestar de los primeros días pasó, y con él, también pasaron las malas sensaciones y pensamientos. Hoy es todo alegría, sensaciones positivas y disfrute a más no poder.

Llega el primer checkpoint y me lo encuentro a Pablo C.

— ¿Dónde dejaste a Pablo? —me pregunta.

— No lo sé, ¡es tu amigo!, ¿dónde lo dejaste vos? — le retruco riéndome. 

— ¡Es la resurrección del Tordo!

Antes de que Pablo C termine la frase, me levanto y dejo el puesto gritando extasiado de felicidad.

Llego a otros ríos que atravieso con placer, y cargo agua fresca de la vertiente, en la caramañola que uso para refrescarme.

Supero a algunos corredores. Estoy corriendo casi todo el tiempo. Solo camino en las subidas que me propone el camino.



Faltando unos cientos de metros para el campamento, llega el último gran río. Son unos veinte metros que debo atravesar. ¡Qué felicidad! Mientras lo cruzo voy disfrutando anticipadamente el momento en que regrese y me zambulla como corresponde en él.

Corredores que ya han terminado la etapa, están unos metros río arriba haciendo lo propio.

Llego unos 45 minutos antes que los Pablos, paso la línea de meta con los gritos y vivas de los voluntarios, dejo mi mochila en la tienda, y vuelvo al oasis... Me quedo allí disfrutando de la vida, incontables minutos de relajante y refrescante alegría.



Llegan los Pablos y los amigos de Brasil. La tienda 4 completa. Todos estamos muy contentos y paladeando el fin de la aventura mañana.

Por primera vez me fijo en la clasificación, ya que me interesa ver cómo decidió la organización posicionarnos a todos luego del corte de la etapa. Grande fue mi sorpresa y desilusión cuando veo que agregaron ¡dos horas! a mi tiempo. Teniendo en cuenta que al momento del corte me encontraba justo en el medio entre los dos Pablos y Jane y Alberto, los busco para ver si en forma relativa, el cálculo era consistente. Confirmo mis sospechas de error, ya que a ambos Pablos les agregaron diez minutos y a los brasileños, dieciséis minutos. La busco a Mary, la directora del evento, y le comparto mi hallazgo y solicito su solución. Me dice que analizarán el caso...  

28 de junioDía 7 Etapa 6. Distancia: 7,5 km Desnivel Positivo Acumulado: +48 m

Comienza la etapa con un cambio respecto a los días anteriores. La salida se hace en tres grupos separados cada treinta minutos. Primero salen los más atrasados en la clasificación, luego salimos nosotros, la tienda 4 completa, (quienes estamos por la mitad en la clasificación), y por último largan los que están encabezando el ránking.

Decidimos ir los cinco juntos. Largamos a las 06:30 y vamos a correr los 7 kilómetros de esta etapa sin separarnos, para llegar triunfalmente todos de la mano.

Hay muy poco desnivel, así que se hace fácil el camino. Más aún porque cada paso que damos nos acerca a la culminación de esta ¡aventura increíble!

Al cabo de poco más de una hora, llegamos al gran Monasterio Erdene Zuu, y vemos el arco.

Nos tomamos de la mano y a los gritos, lo cruzamos. Nos reciben con hurras, la medalla, pizza, cerveza y gaseosas.

Se me acerca Mary y me comunica que efectivamente detectaron un error en mi clasificación de la etapa larga y que mi tiempo quedó ajustado correctamente. 

La primera mitad de la aventura fue terrible. Tres días sin comer y pudiendo disfrutar muy poco debido al malestar general causado por la insolación del primer día.

Pero la segunda parte fue otra historia. Volví a sentir esa felicidad que solo encuentro en estos desafíos. Haber logrado "sobrevivir" casi sin comer durante tres días en el desierto, no bajar los brazos, sentir la camaredería con mis compañeros de tienda y setear la cabeza en continuar hasta que el cuerpo se normalizara, fue muy fuerte. Y ya recueprado, esos últimos días, en especial el de la quinta etapa, fueron grandiosos.



El sexto continente, adentro. Solo restan dos para cumplir con ese gran objetivo de correr una ultramaratón en los ocho continentes de este planeta.